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Hola. Vengo por el anuncio
Si, tengo referencias.
Trabajé en casa de los señores Benítez que en gloria estén.
La señora me enseñó todo lo que sé. Era muy buena conmigo.
Estuve seis años. Venía del pueblo sin saber nada. Era una cazurra. Me acuerdo el primer día que llegué.
Con dos gallinas y un montón de chorizos de los picantes.
Mi prima trabajaba en la casa y con que se casaba, me recomendó.
En el pueblo ya no quedaba juventud y todos los mozos, se fueron y una para vestir santos.
Así que me decidí y empecé en el servicio doméstico.
El uniforme me venía muy grande pero con el corte y confección que me enseñó una vecina terminó por quedarme muy bien.
La señora me enseñó de cocina, plancha. Las camisas que quemé del señoriíto Julián. (Se pone las manos en la cabeza, y ríe).
Y fregar. En el pueblo echábamos un cubo y se secaba solo. Allí con las vacas todo el día, pues una no estaba refinada.
Los domingos, libraba y me iba con las amigas, también compañeras del servicio.
Nos veíamos todas las películas del Charlton Heston. Que guapo…
Hasta me eché un novio, pero duró poco.
Le pillé con la mujer y dos niños en una cafetería un día que me cambiaron la fiesta.
Se quedó blanco. Sobre todo cuando le tiré los callos por los morros.
(Las manos en la cara).
Cuando los señores murieron, vendieron la casa y entré en una de un pintor.
Se pasaba el día borracho, pero pintaba muy bien. Lo malo es que tuve que aprender a patinar porque su casa era un nave industrial toda de madera, que nunca se acababa.
Al principio a torta limpia. pero después me hice una experta y hasta con los gemelos de dos meses que tenían. Daba gusto verme el arte con que los paseaba.
Su mujer era un poco ligera de cascos. Y un día lo abandonó. La ayudé en mala hora. Se escapo en un descuido del marido por la ventana. Le tiré las maletas y me dijo adiós.
Me tuve que hacer cargo de los tres tragones. Dos de biberón y uno de vino.
Pasaron unos cuatro meses y volvió. Se reconciliaron y en una de sus peleas les dije que una servidora se iba.
Pero antes le dije unas cuantas verdades a la señora.
De los nervios y la costumbre me fui con los patines y todo.
En casa de una amiga, me calmé y me dijo que arriba en el sexto necesitaban una chica.
Era una pensión. Tenían cinco inquilinos que vivían todo el año.
Al principio muy bien pero uno de los señores, tenía problemas mentales y que se empecinó conmigo y en una de estas. Gracias a dios le detuvieron cuando me estaba estrangulando en el baño.
Me llevaron al hospital y allí encontré a una enfermera que necesitaba una interina.
Que feliz fui allí, hasta que las hijas se casaron y bueno.
Aquí estoy otra vez en busca de casa.
Me llamo Ifigenia para servirla a usted.
TELON
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Texto agregado el 07-05-2006, y leído por 404
visitantes. (8 votos)
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Lectores Opinan |
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28-06-2006 |
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Jajaj, es un relato encantador, me gustó desde el principio al fin. ¡qué chispa! Besos y estrellas. Magda gmmagdalena |
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19-05-2006 |
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A través del monólogo, y con tu estilo tan especial, has compuesto un personaje encantador. ***** Iwan-al-Tarsh |
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17-05-2006 |
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excelente, aunque aquí noté cierta melancolía en el personaje, lo que no esta mal, sigue siendo cómico y las anotaciones en paréntesis aportan lo suyo. Un detalle "sobretodo" junto es como un abrigo, "sobre todo" separado es para recalcar. altoparlante |
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17-05-2006 |
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Qué vida! Esta mujer no necesita ni enemigos, ni tardes de cine, ni ir de zafari por el África. Con entrar a trabajar en otra casa, tiene la comedia de turno montada, jajaja. Muy bueno, Mari. Un abrazo Ikalinen |
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15-05-2006 |
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Con lo difícil que esta el servicio y esta señoara en paro? jo, lastima que me pille lejos***** eslavida |
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