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Las galletas maría

Ayer mientras desayunaba, emboscada tras una galleta maría, afloró en mi memoria un pequeño y delicioso recuerdo de una vivencia ya lejana en el tiempo. Si, si, una simple galleta maría..... y también una taza de leche, que decididamente no era para mi. La conjunción mesa, leche, galleta maría fue prodigiosa, hacía décadas que la mágica combinación no se daba en mis desayunos. Probablemente desde que abandoné el clásico tazón de leche de mi infancia y preadolescencia por el café o el té, y las galletas por los bollos, mas acordes con el correr de los tiempos y la modernidad. No sabría decir cuando desparecieron de mi vida pero muy a mi pesar así fue y hasta ayer no supe todo lo que esas dos cosas encerraban en mi interior. Una simple niñería mañanera me transportó a mi infancia. Una galleta maría mojada en leche despertó en mi interior un sinfín de sabores, olores y sentimientos, todos ellos extraviados en algún callejón de mi memoria.

Recuerdo claramente a mi abuela esperándome en su pequeña cocina con el cazo en el fuego y la mesa abigarrada de latas con galletas, esas latas cuadradas con tapa de chapa, una tarrina de queso para untar y un sin fin de botes de mermeladas caseras. Con la cuidada puesta en escena mi abuela pretendía inaugurar el nuevo día y asegurarse de que estuviera bien alimentado para enfrentarlo con aprovechamiento. Para poder estudiar, decía, hay que estar bien alimentado y darle al organismo las vitaminas que necesita para funcionar mejor. Eran años donde las vitaminas lo podían todo.

Entre tanto trasto sobre la mesa apenas quedaba espacio para colocar las tazas del desayuno. Un vez me sentaba a la mesa, comenzaba el ritual: - a ver esas lagañas-, - ¿y las manos?, tras la inspección visual procedía con mucho arte a filtrarme con su colador de rejilla metálica la nata de la leche. El aspecto del colador era para echarse a temblar, pero sin duda aportaba el toque maestro para que el sabor fuera perfecto, aunque su función de colador dejara mucho que desear. Mi abuela, sabedora de que la nata me causaba arcadas, colaba la leche con mucho arte y rapidez, pero siempre inevitablemente quedaba algún hilillo rebelde. Antes de que yo protestara, le echaba bien de azúcar y revolvía con vigor para camuflar los restos de nata que, por unos momentos, se confundían con los aros de espuma que se formaban en los bordes de la taza, -Hala, ya- me decía, añadíendo – date prisa que se enfría y se volverá a formar nata-. El resto era coser y cantar, la primera galleta maria iba plana y la empujaba hasta el fondo, la segunda igual. Inmediatamente las giraba con cuidado de no rebosar la leche. La primera galleta quedaba arriba bien sopada y tierna y lista para engullir. Nunca he sabido por qué, pero siempre la primera cucharada que levantaba la endeble primera galleta me sabía a gloria bendita, dulce y tierna se deshacía en mi boca sin necesidad de masticarla. Y otra, y otra, y otra galleta seguía sus pasos hasta que en la taza solo quedaba una papilla de galletas y leche, que resultaba una de las partes mas sabrosas del desayuno, bebida o a cucharadas, resultaba exquisita.

Durante el desayuno mi abuela alternaba sus historias cotidianas con regañinas para que comiera un poco de queso untado en la galleta en lugar de echarla, y además otra con mermelada, que tenían muchas vitaminas. Yo la escuchaba e iba a lo mío, la inmersión y rescate de la galleta, y le replicaba que nada podía ser mejor que la galleta sopada en leche. Me miraba con tierna reprobación, ocultando sin éxito una leve sonrisa cómplice. Al terminar el desayuno, siempre le decía: Seguro que muchos niños desayunan galletas con leche, pero el mas afortunado sin duda alguna soy yo: Nadie tiene una abuela como la mía ni un colador como el tuyo .........

Ayer, al saborear la última cucharada con papilla de mi taza, se me escaparon varias lágrimas de emoción al reencontrarme por unos instantes con mi abuela en su cocina..........

Texto agregado el 07-05-2006, y leído por 1327 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
10-10-2008 no era mi abuela...era mi mama y sus ritos galleteros.Un nostalgico texto con sabor a hogar y marias.saludos anablaumr
04-11-2006 Qué ternura y emoción al recordar a tu abuela, es increíble cómo se puede extraer un relato así de una simple galleta maría, que nos acompañó a la mayoría en nuestros desayunos de la infancia...un saludo marta_25
15-06-2006 Los recurdos siempre son buenos y encontraste la forma perfecta de transmitirlos en este relato... Mis 5***** renolio
30-05-2006 Me ha encantado esta historia. Los recuerdos recobran vida y se hacen presente en muchos de nosotros. Hay sensaciones difíciles de olvidar e incluso de superar. Enhorabuena por este trozo de tu vida y por tu tierna memoria. ***** Claraluz
29-05-2006 Un buen texto,espresado con claridad y no exento de ternura.Ellas,vienen ahora en tubos de plástico.No es lo mismo. naju
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