La solemnidad de la tarde es completa, escucho el triste arrullo de las palomas, que parecían hacerse, recíprocamente eco de sus sufrimientos.
En las calles de Filadelfia la diafanidad del día es casi desolado, una mixtura de cuerpos y almas, perfecta combinación con el cielo gris.
Camino...y pienso en la gente que llena esos
espacios de corazón sin sangre de perros y gatos; y no es que me parezca mal amar a los animales (al contrario) pero pienso que hay hombres opacos por que nadie riega de besos sus cabellos; enormes animales devorando los hijos de el futuro, jugando el papel de pretexto...
Calles...en la vitrina una fotografía de Man Ray, me miro en ella y trato de permanecer en el reflejo...
voy a dejar la cuidad; esta ciudad que conocí la mañana aquella en que, un hombre entrego su cuerpo a la voracidad de el vacío de el subte; y señores de perros y gatos, sufrí mucho esa muerte, esta ciudad, este lugar que es alma, pero es distancia y no aguanto mas su penuria, me duele mi sombra sola en los callejones, la agonía de mis sabanas...no quiero comprar un perro para sacarlo a pasear junto a con mis tristezas.
Por fin casa... veo mis maletas, mi rostro de 23 y mi amor. En el cuarto de a lado hay una cuna que albergara al niño que viene en Abril, esconderé mis ultimas virtudes bajo su colchón como regalo de mi pobreza crónica...la radio gime bellas canciones, cargue con ellas desde cochabamba, no hay mejor manera de neutralizar tormentos, miro una vez mas mi rostro y digo Bolivia...suspiro, sonrio |