Cuentos de terror de un infante demencial.
(el miedo no desaparece, se transforma).
-andá a dormir- dijo Elizabeth, su madre, y Robertito con una triste mirada, pues sabía lo que le esperaba, obedeció sin mas remedio que la resignación de ser pequeño.
El infierno estaba a la altura de su cama, a la vuelta de la calle de sus sueños, tan cerca, tan real, tan terrorífico. Solitario y oscuro.
Se aproximaba la hora en que su pequeña, pero perversa mente, independiente de su ser, se hacía un festín con sus miedos y decepciones.
Una infinidad de personajes macabros llegaban en hordas a succionarle la ilusión de un hermoso día de inocencia infantil.”Las Moras” , “Los Malos”, “El Diablo”, “Los Gitanos”, aquel ente perverso que habitaba en la figura de un cuadro gigantesco o dantesco Del Cristo que había en el living de la casa de “las tías” (tres ancianas arrugadas a las que también les tenía terror) , y algunos de menor importancia que se han escapado del alcance de la memoria.
Como esas películas de terror/suspenso en las que hay una aparente calma, (con la musiquita de algún juguete infantil de fondo), pero que nosotros, que tenemos mas experiencia sabemos que terminará en cualquier momento, así empezaba el martirio de Robertito.
El momento culmine del horror consistía en una reunión a la cual Robertito no podía entrar, afuera sólo quedaba la oscuridad y la maldad de los demonios de su mente.
Despertaba sudando, temblando con escalofríos, hasta que lograba tranquilizarse, pero con el sabor amargo de que todo volvería a comenzar apenas conciliara nuevamente el sueño, por que todo es cíclico y siempre recreamos la danza de los círculos misteriosos.
Hoy sentado solo, en la oscuridad impenetrable de mi habitación, fumándonos una “peta”de verde hierba, me pongo a pensar y digo… Robertito, ¡qué pelotudo que eras!
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