Evito a toda costa tomar medicamentos, pero hoy tuve que acudir a una farmacia y me abrumó la variedad de antigripales que existen: para la noche, para el día, con mentol, efervescentes, en pastillas, de efecto prolongado (¿), para una principiante fue una colosal tarea encontrar el adecuado.
En mi recorrido por los pasillos me di cuenta que falta una importante medicina y aun cuando los empleados buscaron afanadamente, en ningún anaquel hallaron un analgésico para el corazón de una mujer enamorada.
Según me comentaron, más de un laboratorio estaría interesado en desarrollar este producto, ya que el éxito financiero parece garantizado gracias a las aplicaciones infinitas y a que las mujeres pagaremos lo que sea para curarnos del “mal de amores”.
Siguiendo la sugerencia, me dispongo a enviar una formal petición que incluye algunas características necesarias para el éxito de la fórmula, debe ser apta para consumo de mujeres de todas las edades y debe conservar su eficacia a pesar del uso constante.
Se podrá indicar cuando las relaciones inician, cuando la emoción sobrepasa la razón, pero no lo suficiente para amortiguar los primeros golpes, esos que nos dejan sin aliento y arrebatan cruelmente la ilusión, el primer gran desacuerdo, las primeras lágrimas, la primera noche sin hablarse.
Para las enamoradas que han superado los iniciales años de excesos de dopamina, y se enfrentan a un amor estable, maduro, la medicina debe ser de una dosis exacta, ya que la paciente debe conservar cierto grado de conciencia, el justo para continuar, a pesar del dolor que ya conoce bien.
Para las enamoradas que terminan una relación, la presentación debe ser extraforte y es que a nadie nos gusta sufrir, menos cuando se trata de la crónica anunciada de un dolor, incrementado por el auto-inflingido al recriminarnos ¡cómo es posible que estemos nuevamente aquí! ¡es que no hemos aprendido nada??!!
Y por último, para cuando el amor no se asoma, y como generalmente será utilizado en corazones “sensibles”, la dosis debe ser mínima, pero,
que le permita latir con cada nuevo encuentro,
que le conserve la cordura necesaria para que las expectativas sean las reales,
que le permita tomar lo mejor de la memoria y la experiencia,
que le permita confiar, no tanto en los demás, sino en su propia grandeza y capacidad de superar cualquier intento, todas las caídas y sobre todo,
que le permita disfrutar la sinfonía de dos corazones que laten en perfecta armonía.
Mandaré la petición, veremos que me responden.
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