Hubo alguna vez...
Hubo alguna vez un hombre capaz de apagar el fuego con un soplido, de vaciar el mar de un sorbo, de cruzar Los Andes de un salto, de derrumbar la muralla china de un solo golpe, de memorizar las patentes de los autos de una mirada, de comprender las ecuaciones matemáticas al instante, de aprender a leer, a escribir, a reír, a llorar, a saborear, a jugar, a cantar, a construir casas, a conducir, a...
Pasó sus años de niñez apabullando a sus pares. La adolescencia fue igual, siempre un paso más arriba que el resto, demostrando el don de la sabiduría, de la elegancia, la cordura, la inteligencia, la...
Hubo alguna vez un hombre capaz mirar a través de las paredes, y darse cuenta fácilmente que lo que había allí no era más que un ser infeliz, un hombre que tenía algo importante pero carente de otra cosa también importante.
Pasó sus años de niñez disfrutándolos por completo, rodeado de amigos y de bromas. Durante su adolescencia en preparatoria experimentó los besos, las caricias, el calor de la mano de alguien enamorado.
En un lugar llamado Cielo se encontraron estos dos hombres. Recién llegados. Uno conservaba aún su cabello, su vista de águila, su agilidad, su... El otro se movía con dificultades, auxiliado por un bastón, con lentes de gran aumento, envejecido. Se miraron por un rato.
― ¡Ja ja ja! ― Reía el sabio ― He llegado aquí completo ― Le decía a viva voz. El viejo castigado movía su boca, una mueca de sarcasmo.
― ¡Je je je! ― Reía este ahora. ― Tú has de conservar la juventud, pero este marchito cuerpo descubrió el amor de una mujer. ― Se escuchó del viejo que siguió riendo.
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