LA MUSA Y EL POETA


La musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla.

Federico García Lorca


— ¡Te lo dije güevón!

— Sí, pero esa idea la tuve yo primero.

— ¿No te dije que no confiaras en la Musa?

— ¡Y quién iba a pensar que alguien la publicaría antes que yo! Porque no será más bien que la mente es una sola y universal, y que lo que uno piensa ¿lo puede pensar otro también? Aunque esté en otra parte del mundo.

— Tú mejor que nadie deberías saber que la Musa es la más puta, que va de poeta en poeta, vendiéndose al mejor postor.

— Pero yo pensaba que…

— Que qué… pendejo. Haber si dejas de estar leyéndoles tu poesía a las putas. No ves que le dicen lo mismo a cualquier cliente. Y además, qué pensaste, que la Musa se iba a enamorar de ti y que se iba a salir de esa vida para casarse contigo. Serás imbécil.

— No, no es eso… es que yo veo que ahí hay algo. Es que no es sólo algo físico. Es como si…

— No ves que a esas viejas hay que metérsela, que ese es su trabajo y cobran por eso. Mira, negocio que se cuenta antes de hacerse, es negocio que se daña. Sabes de la envidia que te tienen esos cagatintas de la universidad, y que se acuestan con la Musa porque es la mejor puta del prostíbulo, hasta yo me la he tirado una que otra vez… ¡Y no me mires así!... Después vas a recitarle y a regalarle lo poco bueno que escribes... Y esperas que eso se quede entre ella y tú. ¿Cuántos crees que pasan por su cama a diario? ¡Será que sólo se acuesta contigo! ¡Será que se desespera porque no ve la hora de tu llegada! Pareces todavía un adolescente. ¿Te creías el único poeta que picha ahí? Tal vez sí, el más güevón.

— Bueno sí…

— Si la Musa te escucha y finge que le interesa es porque le estás pagando. Es por la plata no por ti. Tú sabes que el cliente siempre tiene la razón. Que te la comas o le leas poesía… no le importa, igual le pagas ¿o no?

— …

— No te creas especial. Venirme con musas a mí… Mejor no me vuelvas a contar tus problemas maricas… Me provoca cogerte a patadas.