Caminaba por la calle con la mirada pérdida.
Era como si no sintiera ni el frío de la tarde, ni las fuertes gotas de lluvia que caían sobre ella.

Entre sus manos llevaba su corazón hecho pedazos.
Parecía que era lo único que trataba de proteger de la lluvía, tal vez por miedo a que se disolviera entre sus manos y lo perdiera para siempre.
Todo se veía tan gris. Ese fuego interno la estaba consumiendo, las lágrimas provenían de él y le quemaban también el rostro.
Sentía ganas de desaparecer, simplemente de no existir.
La gente que se cruzaba en su camino no podía evitar seguirle con la mirada. Bastaba únicamente con verla, para saber cual era su pena.
Como si no todos en la vida hubiesemos sufrido alguna vez por amor.

Mientras caminaba bajo la lluvia podía ver a su alrededor los carteles pegados en las paredes.
Esos carteles que hasta hace unos días ignoraba por completo, y que el día de hoy representaba su única esperanza.

“¿Penas de amor? Olvidelas para siempre con el nuevo AMOR-TEX. La pastilla que amortigua el dolor por amor. La novedosa pastilla que le devolvera el sentido a su vida, y permitira que recuerde el pasado sin dolor. Comprela ya.”

Compró la pastilla en la farmacia más cercana y se fue a casa. Puso su corazón sobre su mesita de noche en un pañuelo... tomó la pastilla y se fue a dormir.

Al día siguiente despertó con una sonrisa en los labios, disfrutó el estirarse para darle los buenos días al espejo.
Se asomó a la ventana y vió el resplandeciente sol que el día anterior había estado cubierto por las nubes. El día se veía de colores otra vez.

El dolor había desaparecido.

Bajó a desayunar y escuchó a lo lejos en las noticias un debate que se generaba en torno a la pastilla que quita el dolor por amor. Algunos decían que el dolor era necesario, para crecer, para madurar, para conocerse a uno mismo, para ser hombres y mujeres de verdad.

Ella se encogío de hombros y se fue a desayunar, finalmente hoy ya no había más dolor en su corazón.