Cómo olvidar nuestros días caminando por los jardines de Lérien, y el fregante aroma de azuzenas y violetas perfumando el aire a donde fueramos, caminando sobre adoquines naranja oscuro entre un mar de cesped con frecuentes torbellinos coloridos de flores y espuma de hierbas aromáticas. Recuerdo nuestro lugar favorito, bajo el ciruelo aquel, cuyas ramas se habían cuidado a manera que crecieran estéticamente hacia los lados hacia arriba y que luego se abrieran creando un rompantico techo de ojas rojas por el cual se colaban no pocos rayos dorads de sol.
bajo nuestro ciruelo se encontraba una pequeña isla de menta y azafran, regado por un pequeño arrolluelo que rodeaba nuestra isla de menta y azafran donde vivía nuestro ciruelo, un pequeño puente de césped era el acceso a la pequeña banca plateada sobre la cual nos sentabamos y estabamos juntos por horas y horas.

Aún recuerdo cómo dimos con nuestro lugar especial como si hubiera sido ayer tan solo. Una tarde despues de habernos preparado una comida sumamente deliciosa, decidimos salir a caminar y viviendo tú tan cerca de los jardines, decidimos explorarlos pues noa cudíamos ahí desde nuestra niñez. Entramos por la puerta norte y de inmediato la mágia del lugar nos artapó. La entrada boscosa, poblada de olmos y hayas apenas permitía el paso de la luz y de no ser por el camino adoquinado naraja nunca se podría pasar entre los arbustos y los altísimos árboles. el canto de las aves era tan encantador como el romántico lugar y mirábamos imnotizados los gravados en los gruesos troncos de los olmos, hayas y en un par de cedros, leones, sirenas, caballeros, hadas, minotauros y demás seres fantásticos y reales eran representados en los troncos sin causar mayor daño al árbol. seguimos por el camino viendo remolinos de flores de tonos tanv ariados como lso del cielo hasta llegar por fin a la rotonda central del parque, rodeada de rosas y claveles rojas para delinear un círculo perfecto. Piedra caliza cortada de las formas más irregulares hacía el suelo de la rotonda coronada en el centro por un monolito columnal flanqueado por 4 ángeles, uno viendo a cada uno de lso 4 caminos principales. tomamos el camino de Kierevi, el pangel guardián del Oeste y seguimos admirando ahora los pinos y cecollas que crecián ahora, seguimos hasta que pasamos la isla del manzano donde te besaron por primera vez, el durazno donde terminé mi primera relación y recivía la primera paliza por una mujer. y luego encontramos un camino casi cubierto por completo de musgo y lágrima de niño, seguimos el camino y encontramos enormes lagos y lagos de tulipanes de cientos de colores diferentes, pasamos algunso higos con nidos de cardenales que endolzaban con su canto, y por fin encontramos ese ciruelo bajo el cuál tomaste mi mano al fin, y yo la presioné con fuerza. recargaste tu cabeza en mi hombro y mientras el sol comenzaba a bajar despacio por el cielo, nos acurrucamos uno con el otro. Besé tu frente y tu mi mano, miramos juntos el más lindo atardecer y mientras admirábas embelezada cómo el sol se escondía lentamente por las colinas de Guiljui, tomé valor y besé tus labios por primera ves, apartando parte de tus adorables bucles de tu rostro y acariciando tu nuca y tu cuello, al parecer ansiabas con ansia que me atreviera pues no solo me reciviste con entusiasmo, sino que no me soltaste, hasta que la luna iluminaba nuestros cuerpos en tierno abrazo. Desde ese día venimso aquí diariamente a amarnos debajo del ciruelo, hasta el atardecer.