Después de una semana donde la Ley de Murphy hizo golpe de estado en mi vida, la computadora en huelga, los términos por vencer, deberes familiares personalísimos e ineludibles, e incluso (no es pretexto para la oficina) la llanta al suelo, por fin llegó el fin de semana esperado por varios meses.
Ser testigo de un matrimonio de esos a los que no se asiste por compromiso, de los que mueven el alma, que te hacen creer en los cuentos de hadas y en donde todos, aun quienes se han construido murallas, en lo más secreto de su corazón, recuperan la fe.
El entorno era perfecto para lo que se vivía, un lugar hermoso, un clima favorecedor, la gente, la música.
Para muchos la boda es un inicio, para otros un final. Para algunos se trata de un evento más en la línea de vida socialmente impuesta, para otros una decisión y un compromiso.
Pero siempre están llenas de magia y a todos se les iluminan los ojos y sonríen al ver a una nueva pareja iniciar con un baile su vida como uno solo (Sí, con todo y la cursilería).
En medio de tanta alegría, las manos me pedían a gritos pluma y papel para capturar la belleza, pero me conformé con vino y martinis, y me detuve a saborear las bendiciones de mi vida.
Estoy convencida que la felicidad puede ser un constante estado de vida, que no necesariamente va de la mano de los momentos alegres, y es posible ser feliz en medio de tormentas.
Muchas cosas están donde deben. Otras….también.
Algunas consecuencias positivas han llegado, aun después de haberme resignado a que a veces los males suceden simplemente porque así es la vida, y que talvez no “todo sucede para algo mejor”.
La gente que más quiero, tiene más de lo que esperaba.
Escuché una frase que resume la fuerza del amor cuando es profundo, de boca de quien después de años de difícil matrimonio, ha sabido permanecer, superar las dificultades, enamorarse con pasión, desenamorarse, y volver a enamorarse con decisión, conviviendo con defectos y virtudes: “El hilo del amor no se rompe del todo”.
Desconozco el final de muchas de mis historias, pero tengo la sensación de estar en el camino adecuado, tengo de la mano a las personas que necesito para no perderme y que me acompañan a descubrir todo lo que me falta. Tengo este lugar donde cada día recibo agradables sorpresas que son un respiro para mi alma.
Todo lo que venga, es ganancia.
“The best is always yet to come”
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