La libertad, calva, soltó su melena y ésta huyó mientras podía. Encendido. El ahorcado sonríe desde al árbol, él ya se ha liberado. Estadios en estados enajenados, el público lo abarrota y come, a puñados, vísceras de lo que no es esperado. Lo vigilan. Una cucaracha y un pequeño juntos, de la mano. Redoblan los tambores. Líquido verdoso, esperanza aguada, rebosan los altares, gordos cardenales entran y salen, palabras suicidas, de vergüenza se disfrazan, amoratadas, se lloran desecadas, incontinente descendencia de perturbados, marionetas de colores, sin ojos, sólo muñones, antropofagia regulada, aneurisma marchito. Clavados en chinchetas les hacen cosquillas, controlan los efectos para que excederse no puedan los impulsos nerviosos, riguroso uniforme para la cabeza deforme. Conectado. Plaguicida eficaz. Muerte súbita de quien vivir no sabe, a quien vivir no dejan, quien vivir no quiere, a quien vivir no duele. Agujeros en la corteza del árbol talado, resina que resbala rugosa arañando entrañas. Patrañas. En línea. Cristales ahumados de un día atolondrado por el son de una corneta. Pan y circo con descuento ocasional, saldo de vida, ¿alguien la querrá?. |