Esperado y, sin embargo,
desconocido,
móvil e inquieto
en madriguera que palpita
cálida, blanda, sonora,
habitando el corazón materno,
percibiendo vida,
siendo vida en sí,
alborada de suavidades y aromas,
de diminutas grandiosidades
hechas manos, orejas, nariz,
boca, ojos.
Llanto sin drama
sonrisa motriz,
piececitos rosas.
La ternura insaciable de ternura,
el perfume de la vida renacida.
Uno más y,
sin embargo, ÉL
Mi nieto.
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