La Lluvia y los Amantes
La velocidad con que ellos se desplazan es mucha, ya no recuerdo la cifra.
Era pequeño cuando lo supe.
Tratan de alcanzarse.¡ Ah! Es tanto el amor que se profesan, aunque no puedan manifestarlo.
Pero siempre los observo como uno persigue al otro; sin poder darme cuenta ¿quién a quien?
Y la distancia que los separa sin acortarse nunca.
Aunque él a veces a ella no la ve, sabe del sendero que siempre toma.
Ella, suele algunos días ocultarle algo su rostro
Pensando en ellos, a veces intuyo que la lluvia lo cubre todo.
Si aunque nos veamos, lo cubre todo.
Como a ellos, que no los vemos cuando llueve, pero, seguro siguiéndose y amándose a la distancia.
Esa circular, ¿ o esférica distancia? Enorme como el tiempo que lo abarca todo.
En la persecución de quién a quién, hay un amor sagrado, único.
Y a veces pienso, siento e intuyo con litúrgico sentimiento que, de poder alcanzarse,
lo tórrido y lo gélido se transformaría en una paradisíaca y eterna primavera.
Pero... claro, es un imposible.
La eterna distancia que los separa es tan enorme como el amor que tienen el uno por el otro.
¿Puede existir un amor así entre hombre y mujer, o sólo es una fantasía de mi ensoñadora mente y un corazón tan enamoradizo y voluble?
Todas las mañanas y los atardeceres que puedo, y que la rutina me lo permite, salgo de mi reducto y decido espiarlos un poco.
Siempre tratando de engañarme, que alguno acorta la distancia.
Y deseo creer que cuando llueve ellos se unen. ¿O no es así? Y que, si hay una torrencial tormenta, los truenos lanzan a los cuatro vientos el amor que ellos se prodigan.
Los amantes cuando más llueve más se aman.
Deseo y quiero creer, que es así.
Cuando llueve siento esto y corro al alcance de mi amada
Y cuando unimos nuestros cuerpos bajo la lluvia en el tórrido o gélido día, pero a la vez primaveral encuentro, le susurro al oído:
__ ¡Amémonos que hasta el cielo lo hace!¡Sabes mujer amada y deseada! Cuando llueve, la Luna y Sol, se han alcanzado.
... Por eso los enamorados, aman tanto el amor cuando llueve.
¡Sí! ¡Hay presagio de tormenta! Voy en busca de mi amada, no sea que comience a tronar.
Fin
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