Ella era extraña, se burlaba del amor y de algunos sentimientos míos, acudía al mar por algún consejo o para debatir sobre la “sobre vivencia”. Gustaba estar ausente de entre los pobladores, carecía de palabra cuando alguien le interrogaba sobre su estrafalaria vida; se sentaba en medio de la pradera con un puerquito blanco, le llamaba soledad, siempre andaban juntos, se aventuraban hacia cualquier lugar en busca de sobre vivencia.
Ella era muy extraña, adiestraba a soledad y nunca se rendía, pese a que soledad no entendía nada. Caminaba sobre lugares remotos junto a soledad, se peinaba en media noche para despertar despeinada, era la única que decía “no se puedes vivir del amor” en esos tiempos; soñaba con tener su guarida en medio del bosque, con un supermercado solo para ella y con un manantial al lado, algunas veces también soñaba con ser dueña de toda la naturaleza, acepto de la humanidad, se consideraba de otra especie, pero nunca llego a odiar a la humanidad, solo eso me agrada de ella, también su cabello, sus ojos, cuando sonríe de mis palabras, su ignorancia.
Aun no se por que la amo tanto, por que la busco cuando ella debe estar pensando en algo diferente.
No me canso, seguiré intentando verla, tal vez me convierta en algo extraño.
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