Y vos sabes que te quiero, que te quiero profundamente, que rayo en el desespero de saber que no te tengo, que ahogo mis horas en la casa que te construí y que vos nunca pisaste, nunca viviste.
La casa que nunca habitaste, puertas que nunca se abrieron para acoger tu presencia en sus muros eternos.
La misma casa que fui amueblando con el paso de los años, que alfombre de ilusiones que se tejen con el viento, de esas que uno tira tras el desencuentro.
Casa de ventanas grandes, de amplios pasillos por donde cupieran nuestros cuerpos.
Si, vos sabes que te quiero, que profundo como el océano es la promesa de esperar tu regreso, sos como la primavera aquella, que años tras año siempre regresa.
Mirá tu izquierda donde quiera que la tengas, me veras sentado en el quicio de la puerta. Esperando junto a las violetas.
Detén tu andar por un momento, piensa que siempre el siguiente paso, puede ser el comienzo del esperado regreso. Mírame junto a tus recuerdos, me encontraras ahí sentado extrañando tu beso.
He venido aquí con el mero propósito de vaciar los recuerdos que un día María me dejo en el tintero.
No se aun si los olvido o fue el regalo de despedida, cual sea el caso, no los quiero, ayer los he puesto en venta, tengo ya algunas ofertas, mañana se subastan… aunque quien se las lleva no sea el mejor postor.
Empaquetados están ya, los he puesto cerca de la salida pues no quiero tener que sacarlos desde el fondo de la casa, me imagino que ahora descansan, mañana despertaran lejos de mi. Si ella regresa, que vaya y los busque… yo ya no los quiero.
Trístan Lolek
A los 23 años
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