Mientras me abre el Word, voy intentando retener las imágenes que se me quedaron plasmadas hoy.
La imagen de tres grupos de jóvenes ovejas adolescentes con rebosantes hormonas que caminan en grupos, en manadas, con un patrón común, con colores similares, con álgidas mejillas rosadas
La manada se acerca, deambulan, con ojos que buscan plantar intriga, ojalá un moderado escándalo, buscan ser inocentes adultas.
(Lo que me impresionó fue el número de estas agrupaciones, eran cuatro esparcidas en una cuadra)
Dentro del grupo se aprecian líderes, aspirantes a líderes, todos se ven fascinados por la noche, por las voces y las luces. Sin alguna explicación que concuerde con la especie, las ovejas no están abrigadas, lucen pechos descubiertos, collares de otras épocas, peinados desordenados, resecos, pareciera que buscan diferenciarse de su estirpe. Caminan con pies desinteresados, con ademanes frágiles, son algo delicado en este mundo, entre nosotros, el vulgo.
Cada una es única, cada una es independiente del grupo, pero solas, no son mas k sus grandes zapatillas blancas y gordas.
Increíblemente, son turnias! Increíblemente, pareciera que su sobrevivencia no se basara en la ingesta de alimento, pareciera que con ojo ven sus pechos, su acopio de estrellas y con el otro, tratan de ver a quienes las observan. No hay discusión, ese es su alimento, sobreviven de los ojos ajenos, por eso son tan lineales, y desprecian a las mas redondas.
Van a rebotar con la esquina siguiente, puede que choquen con algún grupo con sus mismas características. Ocurre el choque, las hormonas se aceleran, cada individuo estudia rápidamente con quien aparearse, se miran y huelen, intercambian estrellas, colores, mejillas.
Lamentablemente, deben postergar el apareamiento, el hervidero se afiata y avanza más seguro, son más, pueden hacer algo...
Buscan un lugar, lo arreglan a sus intereses y comienza el ritual.
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