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Inicio / Cuenteros Locales / mochica / VI. Canto (Quechcan)

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“Es el himno de los mortales que anhelan ser dioses.”

Porfirio Flores, el Junco, era considerado un loco. Todos sabían que vivía en una casita, cerca del huerto, en las inmediaciones del claustro. También sabían que compartía espacios con su sobrina, hija del algún hermano o hermana, pero que ella no recibía estudios, tal vez apenas sabía leer y escribir. Aunque hablaba perfectamente, como lo hacía en las conversaciones que establecíamos de cuando en cuando en la puerta de su casa.
-¿Tienes exámenes?
-Sólo Literatura- contestaba.
-¿Has estudiado?
-No es necesario.
Ella sonreía. Yo sonreía también.

Era jueves. Al día siguiente acompañaría a Pietro para “verlo con los ojos”. ¿De verdad me mostraría a los doce? O era sólo otra de aquellas clases teóricas a los pies del ángel sin alas.
Era el examen de Literatura, pero mi mente abandonaba a los escritores renacentistas y aterrizaba en los doce, especialmente en uno de ellos, cuya identidad no me había sido revelada todavía: el Canto, o Quechcan.

Una madrugada, Félix Galdós había dicho:
-El Canto es suave y terrible a una misma vez.
-El Canto lo es- dije, pues sabía que “nadie pregunta”.
-El Canto es suave y terrible a una misma vez- dijo, y parecía a punto de repetir lo mismo cuando murmuró-: Es el himno de los inmortales que anhelan ser dioses.

-¿Quién es el Canto?
-¿Para qué quieres saberlo?
-Curiosidad- dije.
Pietro Daneri me miró, serio.
-Galdós te lo dijo, ¿no?
No contesté.
-Es un retrasado- me dijo.
-No digas eso- le dije-. Él sabe cosas.
-No te has puesto a pensar- me dijo indignado- que tal vez él sea parte de ellos. ¿Cómo sabe tanto sino?
-No lo sé.
Me quedé en silencio un momento, reflexionando.
-¿Y tú? ¿Tú cómo sabes tanto de ellos? No serás tú también parte.
Sonrió.
-Así es. Tienes que aprender a pensar. Es lo que quería que hagas. Ahora, mañana a las once. Lo sabes.
Se volvió, pero antes se detuvo.
-Ven. Te quiero mostrar algo.
Lo seguí. Atravesamos el patio abandonado, luego una serie de pasillos, hasta llegar a las puertas de la iglesia del colegio. No había misa en ese momento, pero el coro estaba practicando.
-¿Qué sucede?- murmuré.
-¿Ves a la chica de cabello castaño?
-¿La de lentes?
-Sí. Es Sandra Cuadros.
-¿El Canto?
-Mañana a las once, Santiago Armas.

Texto agregado el 01-05-2006, y leído por 259 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
19-05-2006 volvi a la intriga, te sigo las pistas. yerard
09-05-2006 En teoría, llegamos a la mitad de la historia. Seguila rápido, por favor. ***** Dehumanizer
 
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