Somos moldeados por el uso que le damos al lenguaje, que es lo que llamamos lenguaje, y éste funciona en base a una serie de acuerdos tácitos. Sin embargo, una buena parte del lenguaje consiste en mostrar los desacuerdos que tenemos en relación a los acuerdos, quizás porque no logramos alcanzar los frutos prometidos por los acuerdos. Pero, para estar en desacuerdo con los acuerdos es preciso que el desacuerdo no consista en el hecho simple de estar en desacuerdo, sino que el desacuerdo en sí se deba al encuentro con un nuevo panorama de posibilidades, es decir: que el desacuerdo sea una proposición. Por otro lado, no es vano del todo el estar en desacuerdo por estarlo, aún cuando el desacuerdo nada distinto proponga en relación al acuerdo; y no es vano por una razón muy sencilla: quién está en desacuerdo, el llamado “rebelde sin causa” (ejemplo claro de los usos del lenguaje para protegerse a sí mismo), no cae en la corriente arrastrante del acuerdo, es decir: se mantiene en el limbo, en una espera, y en la espera observa sin dejarse comprar, por más intensa que sea la presión del lenguaje, por cualquier bagatela, y en la espera crece… hasta que aprende a cazar pájaros.
¿Vale la pena escribir sobre la abstinencia sexual cuando cada quien, es tan simple como esto, es sí mismo? Bueno, entonces supongamos que no estoy proponiendo nada y que sencillamente me entretengo violando el lenguaje, el lenguaje que todos hablamos, el lenguaje de nuestros acuerdo tácitos y, gracias al cual exigimos que tú no seas tú mismo.
Mirá: es tan sencillo como esto: El sexo es disfrutable, incluso el mucho sexo es disfrutable, no existe una cosa tal como el “sexo en exceso”… si cada quien sabe lo que quiere y lo disfruta cuando lo obtiene. El sexo con una misma pareja también es disfrutable, porque se profundiza el conocimiento mutuo, se amplía el horizonte del placer posible, se degusta, verdaderamente, poco a poco, paso a paso, y, cada paso siendo un nuevo descubrimiento, el sabor del otro, con toda la lentitud y repeticiones ameritadas; de esa profundización en la confianza de más de una noche surge el enamoramiento. Sí, pero: para que esa profundización se de, para que exista una comodidad tal en la que se pueda estar abierto(a) para ser descubierto(a) no hay que cerrar al otro(a), no hay que frustrar al otro(a) , lamentablemente, esa posibilidad de profundización mediante el sexo y que conlleva al enamoramiento, sólo se logra en un estado de entera libertad, es decir: es entera voluntad y placer propios el estar con la otra persona, y no una exigencia social y no una falta contra la sociedad el no querer estar con la otra persona más. Porque cuando uno de los dos se siente encadenado cesa toda posibilidad – y usualmente se utiliza el lenguaje para que la otra persona se sienta encadenada, la culpa.
Lamentablemente el lenguaje nos formó de manera tal que suponemos que acaece una obligación automática. Tácita, después de un primer contacto sexual. Es la primera gran falsedad que falsifica toda nuestra naturaleza y nos obliga a mentir y a escapar.
Así que el sexo está lleno de posibilidades: está el descubrimiento de un vínculo con la humanidad cuando conocemos sexualmente a muchas personas y tenemos la apertura suficiente para hacerlo y la madurez suficiente para no herir y disfrutar y hacer disfrutar y sentir y dejarse sentir sin dolor en la separación y sí agradecimiento por el descubrimiento, porque el sexo es un ser con otro; y, está también la opción de profundizar y formar un lazo de unión natural y placentero con una de esas personas con la cual en la reciprocidad se sintió algo especial, una especie de certeza que quizás se mantiene incluso no solamente durante el acto sexual (Por supuesto: esto es una visión partiendo desde el punto de vista sexual).
Lo importante es que la práctica con muchos permite un auto descubrimiento y un olfato para con las personas y sus modos, y la mucha práctica con uno solo en un ambiente de entera confianza y libertad conlleva a un descubrimiento de las propias profundidades que mil personas no pueden dar. Es como la diferencia entre olisquear muchos frutos y conocerlos por sus olores, en comparación con saborear y comerse enteramente uno solo. Lamentablemente el lenguaje nos formó de manera tal que mientras le caemos a mordiscos a un solo fruto, algo seco y atrapado y por tanto aburrido, nos preguntamos cómo sabrán los otros (?). Debido a una formación tal atrapamos un fruto y lo mantenemos ahí mientras disfrutamos de los otros y llamamos a esa posibilidad de la adultez“liberación” ¿Por qué no disfrutar de los otros sin tener a uno ahí asegurado? No lo sé, quizás para no sentirnos solos, o para no rayarnos, o para que los frutos que probamos no se nos puedan abalanzar encima si resultan desagradables y se nos vuelvan fastidiosos… o, quizás porque el probar muchos frutos es tan psicológica y energéticamente poderoso que necesitamos de un “lugar” seguro al que podamos acudir y tenga siempre los brazos abiertos para descansar en ellos de nuestras experimentaciones. Además, sabemos que manteniendo a alguien asegurado ahí el experimento sexual con otros se puede convertir en una cosa sexual más cruda: gracias al otro (al que tenemos ahí) podemos descender a nuevas profundidades sexuales de cada vez mayor crudeza, lo que conocemos con el nombre de la “profundización fría”. El que espera o la que espera es la persona buena y, psicológicamente es un factor esencial a la hora de atrevernos a lamer el mundo y nuestras propias posibilidades. Lamiendo el mundo estando solos ¿A quién podríamos acudir para descansar de ellos? Llamo auténticas y confiables a las personas que lamen el mundo estando solos sin necesidad de nadie más: se han librado enteramente de la necesidad de padres. Y son aquellas personas que verdaderamente valoran una amistad. Porque no le mienten a nadie. Son los seres más divinos, humanamente hablando, y confiables de este Universo. Cuando desean una pareja son los únicos que saben lo que quieren y tienen ojo certero para ello.
Los demás somos niños buscando a papá y a mamá (a la mierda con nosotros).
Bueno, no sé si se han dado cuenta, pero les pinté un panorama.
Dentro de este panorama ¿Cómo podemos colocar al auténtico abstinente sexual sin sentirlo como algo similar a un feto? ¿Debemos colocar el no-sexo desde una referencia sexual? La ausencia de sexo desde una perspectiva sexual queda en muy mala posición porque es ausencia e incapacidad de recoger frutos de los riesgos y, desde un ángulo sexual es ausencia de algo que de por sí constituye un placer o una posibilidad de placer y de madurez. Entonces ¿Es el no-sexo un algo o un no-algo? Ahí está el misterio. En este caso quien ejecuta un no-algo es algo. Para ser Algo el abstinente sexual se somete a presiones poderosísimas. Una de las virtudes físicas del sexo de por sí consiste en la liberación de presiones, precisamente la liberación de presiones a las que el abstinente se somete. Coño, pero cuando el abstinente se auto somete a tales presiones, las cuales después de unos meses comienzan a ser insoportables, comienza a sentir en sí la actividad de funciones desconocidas. El organismo en sí comienza a regular tales presiones. De otra manera: El organismo comienza a acumular energía (que se siente como presiones) y esa energía acumulada comienza a moverse dentro del organismo regulándose a sí misma. Debo acotar que la energía está sumamente vinculada con el inconsciente. La energía acumulada comienza a mover fuerzas que son del inconsciente, a la vez las fuerzas del inconsciente en movimiento generan energía. Esos movimientos de energía que se va acumulando en el individuo genera placer en el individuo: el organismo, por sí mismo, se regula sexualmente sin necesidad de sexo y se alcanza un placer extático (no tiene nada que ver con la masturbación) cuando el individuo logra tal estado y se acostumbra a él constantemente quema energías sexuales en sí mismo y creo que esto es a lo que se refieren mucho con el nombre de Kundalini, no lo sé, sólo sé que no estoy inventando. El individuo puede estar entonces sentado solo y produce la misma energía que el sexo entre dos, y sentirse completo, mirará entonces a las personas con otros ojos… con otro interés, un interés mucho más abierto y amplio que el que exige la búsqueda de la satisfacción sexual con otro(s). Ese interés quizás se vuelva el interés de conocer a otra persona pero de verdad, nada se vuelve entonces aburrido en el otro(a). Como en esa persona (el abstinente sexual) no hay posibilidad de fracaso o de victoria el interés por la otra persona es genuino, esa genuinidad es sentida por la otra persona y le proporciona un estado o una sensación de profunda comodidad, el tono de la voz se relaja, las ideas fluyen, hay cambios en la coloración de la piel porque se navega por una infinidad de temas, las emociones no delatan porque pueden ser libres, se sucede una transmisión de energía suave, leve, que quizás por momentos se intensifica cuando ocurre una idea para permitir el seguir fluyendo y tomar giros, los ojos comienzan a hablar, aparecen los curiosos invitados por el propio ser asomándose en la espalda entre un halo de oscuridad, los gestos de las manos que dan señales a las cosas invisibles, las ondas, la hipnosis o la risa libre y un adiós en donde ha quedado algo… es una manera de hacer el amor.
No lo duden: se ha sentido todo, absolutamente todo, se ha efectuado un intercambio en la interzona.
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