Sucedió que Arturo tenía solamente unos años mas que Ana. Eso no impidio que anduvieran juntos y avergonzados por Corrientes, cercanos, contiguos, adyacentes y cuando entraron a La Paz, se conmovieran mirándose a los ojos, dulcemente. La edad no importa. Se dijo ella, para adentro, mientras nadie descubra nuestro interior a tientas,nuestros sentimientos más íntimos. Los mozos cómplices, acostumbrados a observar a la gente dispar, cortesmente mostraron el menú. Ella vegetariana, alimentada a libros, lectura , teatro y cine. El alimentado a carnes rojas, exhibiendo sangre, y a salsas rojas exhibiendo tomates frescos. "Sobre gustos"... engulleron, pues gustosamente. Platicaron amenamente. Si hay algo que excita es un intercambio jugoso de etereos pensamientos filosoficos sobre unos platos de manjares relucientes. Ya habían salido un par de veces juntos. El le había osequiado el preciado manjar que ella mas gustaba, un libro, para leer, hojear, acariciar, releer. Ana se paraba en la libreria de El Ateneo, y con fruición visual acaparaba todo lo que su vista podía y elegía uno de Rodolfo Walsh, otro de Osvaldo Bayer, y obviamente los quería dedicados. Las dedicatorias eran anónimas, pero empalagosas, sutiles , pero exactas, y cómplices, like," hoy es un día sin nubes para mi cielo". El libro de Manuela Sáenz, amante de Simón Bolívar, vino con un video de regalo,¡ que placer!!Con el estómago lleno y el espiritu saciado, siguieron caminado por Corrientes.Ana 1.70m Arturo 1,60m. La edad en la cama no cuenta, porque ahi sí que se pierden las distancias y las medidas. Los brazos acuden prontamente a abrazar los contornos y sus aristas.
Como seducía a Ana el cerebro de Arturo, su intelecto, sus chistes."solo las expectativas de un encuentro son suficientes, ni siquiera el encuentro en si". Ya totalmenete alejados de lo mundano, ejercieron un acto impudico, un intercambio rapido de fluidos corporales. El había tomado una pastillita azul antes, ella no se había dado cuenta. La próxima vez en el encuentro sólo se sentaron a mirarse amenamente, expectantes y gozosos y a tocarse solamente las respectivas auras. |