Hoy, por primera vez en mi vida, he hecho reír a un niño, muy pequeño. Nunca antes lo había conseguido. Me he dado cuenta de que es muy fácil hacerlo, sin embargo, ¡cuánta alegría falta en este mundo! Estamos más preocupados en cosas, aparentemente más importantes, pero lo vital, la sonrisa, el pararnos un poco a hablar con el prójimo, se nos está olvidando.
Hay que tener cuidado, aquellos que son dogmáticos, que creen las cosas que se comentan, por el mínimo hecho de ser contadas, y cuya moral es más estrecha que sus juicios, tened cuidado y no leáis esto. No tambaleará vuestras creencias, ni os hará pensar, pero andaros con precaución.
Siempre estamos dispuestos a cabrearnos, no sé si nacemos ya con ese don, o es algo aprendido. El niño, no sé hasta que punto, es inocente; aunque, de inocente, no tiene nada el capullo: siempre llorando, siempre quejándose, que si teta, que si me cago, que si ahora tengo sueño, que ahora me apetece mimos y brazos. Inocencia no es la palabra justa, sino autenticidad. El niño si expresa y desea lo que siente y necesita. El niño no tiene necesidades de circunloquios (aun no sabe hablar), pero crece feliz. Sin embargo, la gente mayor, la que en teoría es más lista y fuerte, ya no crece, ni crecerá ni es feliz.
Que no seamos felices puede pasar, por que hay que reconocer que esta viña que el Señor nos ha dado es una mierda, hay que jorobarse. Pero creo que es injusto culpar del estado de las cosas a Adán y Eva, que si pecados originales, etc. ¿El niño que he hecho reír esta mañana ya es un pecador? ¿Ya tiene la cruz encima? ¿Es culpable? A estas preguntas hay sólo dos respuestas: si o no (el no sabe/no contesta no es válido, hay que mojarse, si lo desean envíen mail a netlobox@hotmail.com) Respuestas:
Hay quien dice que sí. Pero todo eso lo considero un error. Como es un error intentar responder a preguntas del tipo ¿de donde venimos?, ¿a dónde vamos? La finalidad y la causalidad del ser humano es puramente accidental, y con esto no niego la existencia de Dios ni de la Creación. Dios es español, por que nada en el mundo es tan vilipendiado como España por los españoles (y, ¡ojo! no estoy en contra del reconocimiento de nacionalidades ni nada de eso), aunque los hermanos argentinos se me quejarán pronto diciéndome: “Maradona es Dios”. Espero que Dios no beba Guaraná.
Nuestra existencia es el capricho, ya sea de una ley de evolución o producto del dedo de Dios, y ya que estamos aquí, pues vivamos. Si La Tierra, de vez en cuando, tiene un retraso, y sus ejes se mueven más que las caderas de la Shakira (¡qué buena estás, hermosa!), ¿cómo pretendemos para nosotros la perfección? Ni siquiera sabemos lo que es eso. La perfección, para nosotros, es pura fantasía. Un sueño. O sea, que nacemos ya pecadores, en el sentido de que fallamos, y fallaremos.
Los fallos es lo que nos hace humanos. Aunque duela, y sea sencillo decirlo o escribirlo, riámonos, no demos rodeos al problema, y vivamos. Hay que ser un niño que crezca siempre, por que si dejamos de crecer, amigo mío, es que ya somos viejos.