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Esa noche salí del hospital, sabia lo que tenía que hacer, mientras me dirigía hacia el parqueadero me invadió un sentimiento de culpa, tal vez era así pero no me podía echar para atrás, la decisión estaba tomada. Subí al carro y puse la radio a todo volumen tratando de que alguna canción conocida me invadiera la mente y reemplazara todos mis pensamientos, tome la autopista rumbo a casa, me acorde de todos lo momentos vividos, de la primera ves que te vi, de nuestro primer beso, de nuestro matrimonio y la luna de miel, el nacimiento de Santiago nuestro primer hijo, la primera vez que Manuela te dijo “mamá”. Como cosa rara esta maldita ciudad es un infierno un viernes por la noche cuando uno quiere llegar temprano a descansar, trancon en la autopista, la lluvia me dificultaba la visibilidad y los pitos de los carros me estaban volviendo loco, le subí aun mas al radio sin notar que no escuchaba mas que mi corazón latiendo al compás de las gotas de agua que chocaban en el vidrio del carro, tuve tiempo para recordar otras cosas mas, tu risa, tus ojos y… al voltear a la derecha ya estaba en casa. “Buenas noches José estoy de afán”, el portero mas letárgico del mundo que acompañado de la lluvia hacían la imagen perfecta de un baile aburrido de Broadway, le faltaba columpiarse de lado a lado de algún farol, no se como no cae un rayo y lo mata, pensé. Baje del carro, no recogí mis cosas del asiento de atrás ni del baúl, fui caminando hacia la casa sin importar la lluvia, estaba planeando paso a paso lo que tenia que hacer.

Aunque normalmente cuando estoy nervioso me tiemblan las manos esa noche al abrir la puerta tenía el pulso firme, diferente a cuando tome tu mano en el altar, temblaba igual que el día que nos dimos nuestro primer beso, me acuerdo que tome tu mano y al sentir que temblaba subiste la mirada y entre el velo de tu vestido de novia alcancé a ver tu sonrisa en ese momento me sentí tan seguro que deje de temblar, tome firme tu mano y también sonreí. Al entrar en la casa con lo primero que me encontré fue mi reflejo en el espejo que pusiste a la entrada hace algunos meses, ese espejo por el que me dejaste de hablar por dos noches cuando lo rompí jugando con Santiago. Cuando me mire, mis lagrimas se confundían con el agua que bajaba de mi frente y cabello, estaba empapado. No pase a la cocina como de costumbre, subí las escaleras y me dirigí al cuarto de Manuela, en el camino me encontré con la mesita en donde están todas nuestras fotos, la foto de nuestro matrimonio, te veías tan feliz, en tus ojos se alcanzaban a reflejar los míos; como no sonreír al ver la foto de Manuela comiendo un gran helado que para el momento de la foto parecía mas una niña bañada en malteada de chocolate, sobresaliendo esos grades ojos oscuros!, iguales a los tuyos, Santiago graduándose de transición, con ese gran diploma que le tapaba los zapatos, menos mal porque esa mañana no me di cuenta y le había puesto dos zapatos diferentes, la foto de la navidad pasada, tu luciendo ese collar que me habías pedido la navidad antepasada pero que no me acordaba en donde lo habíamos visto, pero que Manuela si se acordaba perfectamente, todas esas fotos y otras mas parecían que me decían adiós, como si supieran lo que iba a pasar. Al voltear estaba enfrente de la puerta de Manuela, en ella colgaba ese pedazo de madera que había pintado Santiago en el colegio, el nombre de Manuela con algunos osos y globos algo deformes, representando algo llamado arte Country. Cuando fui a coger la chapa de la puerta me asustaron los alaridos de Alicia, era la muchacha mas eficiente que habíamos tenido y quería mucho a los niños, pero para dar alaridos… eh! también era muy eficiente, así que antes de que siguiera con el sermón del resfriado, la ropa mojada, la lluvia, etc, la tome por un brazo y la acompañe hasta la puerta, le di todo lo que tenia en la billetera y le dije que se tomara la noche libre, que hoy no se preocupara de nada, que todo quedaría en mis manos, sin esperar a que dijera algo cerré. Subí de nuevo las escaleras puse bocabajo todas las fotos y entre al cuarto de Manuela. Me acerqué a la cama, en el recorrido tropecé con algunos muñecos, entre ellos el primer osito que le regale, era el que mas le gustaba, recuerdo que cuando lo lleve al hospital y lo puse al lado tuyo, me dijiste sonriendo con lagrimas en tu rostro: “mira! Es más grande que Manuela”, no pude aguantar y las lágrimas recorrieron mi rostro como esa noche, era tan pequeña e indefensa, pero cubierta por tu mano la hacia la mas grade de mis ilusiones. Tome la almohada y sin pensarlo la puse en su carita, cerré los ojos y espere a que dejara de forcejear, mientras, en mi mente se dibujo su sonrisa y sus grandes ojos oscuros, pero ya era tarde. Bese su frente, me limpie las lágrimas que se confundían con sudor y agua, Salí del cuarto y camine al cuarto de santiago...

¡Santiago! Y algunos balones de fútbol, el letrero de su cuarto era más bonito que el de Manuela o el de nosotros, Papá y Mamá, también lo había hecho él, pero el suyo con un poco mas de empeño y dedicación. Al abrir la puerta todavía estaba la televisión prendida, la apagué y me acosté a su lado. Lo abrase, la primera vez que lo tuve entre mis brazos fue en el hospital, era tan liviano que sentí que podía volar y con el todos mis sueños, ¡bueno! Empecé a apretarlo, lo apreté muy duro hasta que su respiración ceso y se quedo inmóvil, ¡muerto!. Había crecido mucho, era tan grande, tenia tantos sueños, tantas ilusiones pero al igual que las mías se habían terminado ese noche, habían muerto. Baje, me senté en la sala y espere a que llegaras…

No se cuanto tiempo paso, una hora?, quizás dos?, mi mente divagaba por recuerdos cuando… escuche la puerta, entraste sin saber lo que había pasado, te quitaste el abrigo, cerraste la sombrilla y… Hola mi amor!, como te fue?, que haces en la sala?, no sabia que contestar, yo tenia mas preguntas que tu pero igual no sabia por donde comenzar… Bien!, me fue bien, aquí esperándote, respondí. Y los niños?... durmiendo, y a ti como te fue?...Bien! dijiste, subimos?... No pude contestar por que estaban las fotos bocabajo, tampoco por que Alicia se había ido, quería que tu me contestaras todas mis preguntas pero para que escucharlas?, me podrías confundir nuevamente y tal ves te llegara a creer, así que antes de que voltearas y tu mirada me hiciera dudar me abalance sobre ti, pase mis manos sobre tu cuello y… sentí otra ves tu piel, como la primera ves que acaricie tus manos, te abrace y sentí de nuevo tu cuerpo, como la primera ves que hicimos el amor, volteaste y mire tus ojos, como la primera ves que encontré tus ojos en el salón, bese tus labios y… Desperté!

Estaba en mi cama solo, algunos libros de medicina abiertos y todas tus cartas sobre la cama, me levante algo desconcertado, confundido, tenía una de tus cartas en mi mano, la leí, era un adiós, me estabas terminado, solo dos años y algunos meses? y… a ahora? No me queda mas remedio que volver a dormir y terminar lo que había comenzado, matarte, acabar contigo mi único sueño.

Texto agregado el 30-04-2006, y leído por 187 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
30-04-2006 Impresionante***** Ciiara
30-04-2006 Mira, el texto en si mismo esta bien redactado, hace que fluya bien la lectura, incluso a pesar de que pones parrafos tan largos, la narración va bien hasta el abrupto final, te confieso que no me gusto, es un recurso ya muy usado, aunque lo abrupto del recurso lo salva eso de volver a dormir para terminar con lo que ya habia empezado el protagonista. Saludos. _DAN
 
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