Esta noche quería escribirte un poema hercúleo, una trova danzante, un jácara mordaz, una reflexión Nóbel, un guión digno del Oscar para que volaras por entre mis letras, para que danzaras por mis palabras, para que navegaras sobre mis oraciones y luego me sonrieras y me dijeras “por esto y mucho más te sigo amando”…
… pero en medio de la escritura me vino un vacío profundo, una pena terrible, una desilusión nefasta; buscando un adjetivo inigualable, travieso y locuaz, advertí que no te estaba escribiendo a ti, que ya no formaba oraciones humildes e inocentes para contarte mi sentir, ya no estaba escribiendo de mí para ti, hoy me di cuenta que estaba escribiendo para Los Cuenteros, que estaba escribiendo para recibir una estrella, un buen comentario, una palmadita en el hombro, un reconocimiento; ya no escribía con la libertad que me da tu querer, si no más bien me mancillé al aplauso, a la alabanza y a las estrellas.
En que momento erré el camino, en que momento solté la amarra de la manumisión, la inocencia y lo desigual y me convertí en una fábrica de quimeras y palabras conjugadas vacías de mí y llenas de metáforas, en que momento dejé de ser lo que predico, en que momento comencé a escribir con la mano y dejé de escribir con el corazón, el alma y el viento, en que puto momento me pervertí a la opinión y me convertí en un vil prostituto del “que dirán”; “que opinarán”, “como me irán a votar”, “que comentarios me dejarán”...
… Me siento sucio, me siento bajo, siento que compraron mi libertad, siento que profané mi interior, creo que, me convertí, mezcla metafórica y literalmente, en un puto de la palabra