Murmullos, olores que se mezclan, que danzan al ritmo de los sonidos cotidianos, rostros que a la distancia parecen iguales, lluvia que moja algo más que ropas y cuerpos, miradas que se encuentran se analizan y se alejan.
Arrullados por el silencio de los que no estan, interrumpido por los pitos de los carros y por ese fuerte grito, Duban vuelve a la realidad, no hay tiempo para soñar e imaginarse que caras en la noche cuando este en casa dibujara, cada vez lo hace mejor.
-¡Pero despierta ya niño!, claro que que estabas aca, mirando a la gente como bobo..... mira si todavia te quedan muchos dulces por vender, ¡haber a trabajar!.
-Mami, pero puedo mejor pedir limosna aca en el parque.
-¡No! estas muy grande y no conmueves a nadie, eso dejaselo a tu hermanita. ¡Vete!
Es hora de volver a esa casa, a ese rancho de tablas, en el barrio de invasión, con suerte hoy no solo le den agua de panela, sino también algo de pan, asi sea duro, pero pan al fin y la cabo.
-¡Solo tres mil peso! con eso no alcanza, más que pa tres polas y falta haber con que sale ese pelaido, que no es más que un bueno pa nada, si no trae buena plata, los voy es a levantar a pata a todos.
-¡Mijo tranquilicese!.... mire ya llego.
-Bueno quince mil pesos eso es diferente, ¡eso chino!, asi si lo quiero, pero no me mire así, voy a comprar mercado, no me demoro.
Todos se han dormido, otra vez sin comer, ella permanece abrazando a su hija en un rincón, asi no sentira tanto el hambre, esa canción que oye entonar por una voz entrecortada a lo lejos, le anuncia lo que va a suceder.
Mientras mamá con un trapito humedo le limpia a Duban la sangre de la cara, mira a su alrededor, pensando que algun momento sus manos seran lo suficientemente fuerte como para responderle a esa vida como debe ser, aunque por ahora hay algo que pude hacer, sola debe esperar que mamá se vaya a lavar a ropas ajenas y se lleve a Camila.
La borrachera tan tremenda que tenia no le dió tiempo para reaccionar, fue un sensación estraña la que sintió en su estomago y un extraño placer que no se imagino que eso le provocaria, mientras más hundia el cuchillo y lo volvia a sacar para repetir la acción, mejor se sentía, Duban entonces descubrio que no volveria a vender dulces, ni a dibujar, tenia las agallas para hacer algo más, algo que en una ciudad como esta pagan muy bien...matar.
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