Corazones limpios, héroes sin nombre.
¡Quiubo ratis!, ¿Qué te trae por estos rumbos?, ahora si me visitas –se acercó una rata gris a los pies del flaco- ¿Quieres platicar?, -ratis hizo unos ruidos agudos-.
Bonita noche, alcanzo a ver la luna a través de la rendija, es hermosa la luna. Hace un rato mi madre me contó un cuento sobre la luna. Nos junto a la chilis, a el mondongo y a tuzas, nos sentamos en el suelo alrededor de ella, mientras nos contaba jugué con el soldadito que me encontré hoy, aunque le faltaba una pata.
Vean la luna, la luna hoy está naranja ¿Saben porqué?... –dijo mi madre- Luna es una princesa, el príncipe es Sol. Hace mucho tiempo, Sol brillaba todo el tiempo y siempre era primavera, la gente no dormía porque el sueño no lo conocían. La luna y el sol eran novios, pero la madre de la luna, se llamaba Noche, y no estaba de acuerdo con su relación porque amaba a su hija y era muy pequeña para casarse. Por lo cual Noche planeó una forma de separarlos, se fue al país de los sueños, a visitar al dios Morfeo él le dio un frasco con una pócima para separar a esos dos enamorados.
Noche preparó un jugo de naranja y lo mezcló. Le habló a Luna y se lo dio, apartir de ese momento Noche se volvió negra por castigo de los dioses y Luna se pone de color naranja en algunas ocasiones. Sol y Luna a veces se encuentran cuando ella esta blanca, Sol le manda sus rayos y la acaricia.
¿A que no sabes ratis?, hoy me encontré mi soldadito en la mañana.
Hey flaco, háblale a tus hermanos –gritó mi madre- ya viene el camión. Corrí a buscarlos estaban dormidos en el bocho debajo de una cobija que nos regaló una monjita antier. Levántense, ya llegó el camión- grité arrebatándoles la cobija –me gusta tocarla, es suavecita.
Salimos corriendo, a todos nos gusta verlo, parece un robot gigante, sus motores hacen unos ruidos muy fuertes y lo más chido es cuando se levanta el remolque, descarga miles de bolsas negras, cajas, se ven muchos colores, papeles, envases de muchos tamaños; aunque el olor es muy feo, pero me logro acostumbrar después de unos minutos.
Y mi madre gritó ¡a reciclar! y todos nos pusimos a trabajar.
Hoy me tocó separar el cartón, cada tercer día lo hago, me gusta ese trabajo porque es menos sucio y a veces encuentro ropa, zapatos, mochilas, juguetes. A mondongo y a la chilis les tocó las bolsas negras, esas si que están asquerosas: sobras alimentos descompuestos, latas, vidrios, papeles con caca y sangre, a la chilis le da mucho asco -es que es muy payasa- se pone un paliacate en la nariz que tiene un chile dibujado al frente es por eso que le pusimos la chilis; y mondongo es muy sucio, el siempre se está mordiendo las uñas, me imagino que ya tiene la solitaria, es una vibora que se forma en la panza de tantos microbios, te recomiendo que no te acerques a él, porque por lo que sé te dan miedo las viboras y un día de estos puede salir y te comerá –mientras agarraba a ratis de la cabeza y se la acercaba a la boca, ratis volvió a chillar-, además esa comida es la que te gusta, pero acércate cuando no este el mondongo por ahí. A la tuzas, como es la más pequeña, le dejan que separe las botellas y los frascos, aunque a veces se corta, es muy chillona, no’mas porque se le clava una astillita de vidrio en la uña, se pone a llorar.
Desde que el remolque aventó la basura, vi una caja que me llamó la atención, era grande y de color verde, fue la primera que agarré y los curiosos de mondongo y chilis se acercaron recibiendo los regaños de mi madre.
La abrí, había poca ropa, vi una camisa que tenía un agüero en frente y me gustó, me la puse; y empecé a apartar alguna ropa pa’ mis hermanos, pa’ la chilis encontré una falda aunque esta chiquita, espero que le quede; pa’ el mondongo un short; pa’ mi madre una falda de flores y pa’ la tuzas un zapato, ahora si va a tener el par aunque no es del mismo color. Y debajo de todo eso un soldado ¡bien chido!, tiene uniforme verde, pero le falta una pata, supongo que la perdió en la guerra. Empecé a jugar a escondidas de mi madre, pero me alcanzó a ver, se lanzó sobre de mi con gritos –ya flaco, deja de jugar, no es hora que estés jugando todos están trabajando y me dio una patada.
Pos me puse a trabajar, y guarde a mi soldadito en el bolsillo. Mientras mi madre estaba buscando comida. Hoy no tuvimos mucha suerte, antier fue lunes y es cuando encontramos comida rica es que el camión pasa por las Lomas y es cuando los riquillos tiran comida buena. Ayer comimos pollo rostizado, bueno pa’que te miento, eran las puras alas, pero me gustan, pero hoy sólo encontró pan duro, unas cuantas tortillas y un pedazo de jitomate, pero la que nos dio postre fue la tuzas, ella se encontró varios frascos embarrados con mermelada, a mi me toco de piña, quería el de fresa, pero ese se lo comió la tuzas.
Otra cosa que me gusta de mi trabajo es pisar las cajas, truenan chido; pero me gusta mas pisar los botes de aluminio y como soy el más grande y el más fuerte, me dejan ese trabajo a mi. Estoy coleccionando latas, me gustan los colores que tienen, además puedo hacer juguetes con ellas, es tan fácil, mañana que vengas te hago uno. Con un cuchillo le hago cuatro agujeros y les meto un alambre, también agujero unas corcholatas que sirven de llantas y ya quedo el carrito.
Después de trabajar, nos pusimos a jugar y mi madre se puso a leer unas revistas que encontró. Nada mas nos da una hora pa’ jugar, jugamos a las escondidas, ese juego es el que más me gusta porque tenemos muchos lugares pa’ escondernos, te digo cual es mi lugar secreto, ¡nunca me encuentran!, me puedo pasar horas ahí, no se lo vayas a decir a nadie: es una caja de huevo que está en la esquina del terreno, ya no huele tan mal.
Después de eso, viene lo más aburrido, mi mamá nos quiere enseñar a leer, a mis 10 años apenas me aprendí el abecedario, y ya puedo formar algunas palabras, pero no me gusta estudiar, prefiero escucharla leer, ella nos lee algunas historias de las revistas que se encuentra, nos enseña fotografías de casas bonitas, jardines, cascadas; y nos dice que gracias a nosotros el mundo no está totalmente sucio, que nuestro trabajo es muy importante, que somos los reciclados.
Sabes ratis, ya me dio sueño... ¡No muerdas mi periódico!... luego con que me quito el frío...
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