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Inicio / Cuenteros Locales / dino / Carta a un chico nacido el 29 de febrero

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“Carta a alguien que fue casi mi hermano”

Recuerdo esos primeros versos que escribí simplemente por que el amor era más de lo que podía contener mi cuerpo y desbordaba sobre el papel, hoy me miro al espejo y no veo el mismo pibe que fui esa vez. Siento el viento embestir mi cara y es la primera vez que me encuentro hablando solo, justificándome que solo es para ver como suenan mis versos. Hace una cuadra que me pasé de mi destino, mientras escribía esto ya se hicieron dos, una más, y la reflexión de si volver atrás o seguir adelante con esta nueva encrucijada que se me presenta me cuesta una distancia que mis ojos ya no pueden calcular. Me olvide adonde iba, ese lento andar que siempre lleve, cual era la dirección de mi vida.

“El mar hasta que llores agua dulce”

Y disfruto por unos segundos el alivio del agua contra mis pies, para que repentinamente se escape de mi soledad y se pierda en si misma diciéndome que va a tardar en volver. Todavía no sé si estas olas me tratan demasiado bien y no lo aprovecho o me tratan mal y no me doy cuenta. Siempre le da tema al escritor, su última obra parecía un rejunte de palabras y bien sabía que casi no quedaban sentimientos en esa hoja.

“El escritor crea un mundo tan perfecto en su cabeza que termina despreciando la realidad”

Una vez más sus fantasías lo llevaban a creer en las mayores locuras, seguir amores sin rumbo y perderse en riberas ya pintadas en una época falta de detalles. Sus ojos volvían a enfrentarse con los de una musa de sueños que no tardaría en olvidar, y agotaría hasta su último extremo exprimiendo su cualidad donde lo sensibilizaba como el tintero hoy derramado sobre el escritorio.
El escritor con el tiempo sobre los hombros le mostraba que uno siempre está en el camino del aprendizaje a base del error.

“Tu error es pensar que estás enamorado, cuando de lo único que estás enamorado es del amor”

Otra vez le caían con la verdad de un marfil tostado por el sol. Ya no importaba cuestionar la verdad de estas afirmaciones sino tan solo por un momento creerlas y verse desde ese vidrio que le reflejaba el otoño que le había llegado a su rostro ocultando su sonrisa. Someterse a la decisión del medio e intentar salir estando primero adentro.

“Un libro cayó de su estante rompiendo la fina seda de que estaba compuesto el silencio de la biblioteca, haciendo retumbar cada rincón de su cabeza con un archivo más que hacía notar su importancia”

El pasillo se extendía a lo largo del campo de visibilidad acortado por la niebla. Su umbral estaba custodiado por una planta que con su condena a la meditación eterna revocaba las paredes con libros de cada una de las realidades existentes. El cielo estaba tapizado de una página en blanco que alumbraba como reflejo de una importancia incomprensible, que solo dejaba su sombra a nuestra razón roedora que todo devasta.
Tomando el libro con ambas manos lo abrió intentando hacer que el recuerdo no le cortara el rostro con su fría virtud de ensueños. Pero no, éste tan solo trataba de poetas, mujeres que habían buscado la plaza de bambú como a un infinito regalo….

“Buscaba desesperado un incienso de lavanda”

Texto agregado el 28-04-2006, y leído por 190 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
29-04-2006 aia. primera vez que leo algo que me duela, pero en otro. debe ser por eso de que "cada uno lee y aplica sobre sus propias experiencias". 5 estrellas nada más que porque ahí se acaban. º dra_katz
 
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