No existían causas: Ni un pez muerto, Ni una hoja desgarrada, Solo un epitafio en tus ojos Escrito con pañuelos blancos. Se culpó a los inválidos: A los intrépidos ciegos, A los morenos cojos, De la demasía incorrecta En la casa de tus besos. Las cárceles se hacinaron Con hedores sin pasión, Con caricias de caramelos, Y colapsaron sobre los barrotes Que dejó el déspota en tú cadáver. ¿El crimen no paga? A veces si. “De unas canciones sobre tus senos” Macrúz.
Texto agregado el 28-04-2006, y leído por 223 visitantes. (1 voto)