¡Aah... París!

¿A París?
¡No... no he ido a parís!
¿Qué voy a buscar a París...?
Si no tengo sentimientos góticos.
¿Acaso, a graduarme de poeta?
Tampoco lo he pensado,
aunque en realidad...
¡siempre he querido conocer a París!
La ciudad luz. ¡Que inmensa belleza!
Centro de la cultura en el mundo...
donde las artes florecen fecundas,
y aún se respira la grandeza
de la opulencia refinada,
en el esplendor de Versalles.
¡Poderoso caballero es don Dinero...!
Honorable don Quevedo.
Me hubiese gustado vivir en el siglo de las luces.
¡René, Molier, Cornelie... La fontaine!
El Rey Sol con sus resplandores...
y sus amantes despilfarradoras.
Hasta le habría puesto grafittis
en el Salón de los Espejos de Versalles
como a cualquiera de los políticos:
¡Monarca contratista de palacios,
sé te acabó el dinero...?
¡Entonces hipoteca Versalles a un agiotista!
Y, me habría acercado furtivo
a susurrarle al oído...
don soberano, usted podrá ser el Estado
y lo que le venga en ganas, pero...
¿tener el resplandor de tres soles...?
¡Mamola!