Una musa para mí es quien nos lleva a sentir y expresar aquello que si bien nos motiva, nos da alegría y nos tranquiliza, también nos corroe, nos quema, nos sangra, nos pisa.
Creo que tú eres entonces esa musa de mi vida. Aquella que me exhorta no solo a plasmar en poemas lo que me muestra armonía, sino además a crear frases y oraciones con caos y mentiras.
Pero entonces, ¿Cómo es una musa que aunque sabe de belleza, además sabe de demencia?, ¿Será posible la existencia de una musa tan real, y tan imperfecta, tan mortal y tan completa?
Ciertamente así es, eres esa esencia femenina tan dura y tan fina. Una musa que es bella y risueña. Una musa que reza y suspira...
Una musa que sufre y olvida, que canta y baila, que se enoja y grita. Una musa tan humana y fría, tan divina y marchita, tan dolida y bendita...
Me inspiras a escribir y sentir, a recordar y soñar, a reír y jugar. Cuando estoy contigo me siento ligero y confiado, pero también lastimado, dolido y callado.
Es esa musa de quien he hablado e intento describirla. Hablo de una mujer, una dama, una diva. Aunque además les aclaro, que estoy hablando de la vida misma.
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