No pude evitar despedirme de él.
su voz era lo demasiado hipnótica como para haberme quedado sentada sin hacer algo, corrí lo más rápido que pude haber corrido en toda mi vida y me admiré. Sí, pueden creer que pocas veces me admiro a mi misma, siempre pensé que era una inútil, jaja!
Pero sigamos, logré alcanzarlo y detenerlo, estaba a punto de tomar el bus cuando sintió mi mano apretando fuertemente su brazo haciendo una visible mueca de dolor, al darse cuenta que era yo, (aquella salvaje que nunca puso cuidado en las cosas, tiendo a no razonar, odio eso, como lo aborrezco, ¿le habré dejado un moretón?) su rostro cambió, tanto, que no alcé palabra alguna para disculparme y lo estreché en mis brazos. Sentí su calor sobre mis pechos, sentí sus manos recorriendo mi espalda, de mis ojos brotaron las estúpidas lágrimas y le pedí que no se fuera, (parecía una arrastrada suplicando una nueva oportunidad, nada me importó y no me arrepiento) que se quedara conmigo, lo iba a extrañar tanto.
Poco a poco nos fuimos aislando del mundo exterior, sólo sentía mi corazón latir a mil por hora y sentía su respiración recorrer mis cabellos. Lentamente nuestras miradas intersectaron de tal manera que el mundo y el tiempo desaparecieron por completo en ese instante, sus labios se acercaban de apoco y rozaron los míos suavemente, intensamente, sus besos, su cuerpo envuelto con el mío, su calor, mi agitación que no pude controlar, ahí estaba, envuelta en sus brazos como una enredadera, como una mariposa atrapada en una tela de araña...
Luego saco de su bolsillo algo que no pude ver con claridad en esos instantes, pero luego descifré que se trataba de una foto y una pequeña carta que cuyas hojas parecían estar desgastadas, como si la hubiesen escrito de hace mucho tiempo y me la entregó al mismo tiempo que secaba mis lágrimas con un azucarado beso. -Tenía pensado mandártela por correo, pero te me adelantaste-. Dijo con tono apagado, melancólico, -Pero no te preocupes, dentro de un mes volveré nuevamente por ti-. Hizo una pequeña pausa para tomar aire, estaba ahogado con sus propias lágrimas que no quería derramar en presencia mía, pero que sin embargo más de una resbaló sobre sus mejillas. -No habras la carta ahora, espera a que llegues a casa, hay algo muy valioso para mí ahí dentro, no quiero que lo pierdas... cuando estés triste o te sientas sola sólo debes estrecharlo en tus manos, en esos momentos yo te estaré abrazando-. Subió al bus, debía hacerlo, y pensar que lo tuve y no lo aproveché (en el buen sentido de la palabra claro, no penséis mal lectores míos) que necia fui, que necia sigo siendo.
Retorné a mi casa tan silenciosa, callada, que nadie se atrevió a dedicarme una mirada o a decirme algo relacionado con él o conmigo. Veía en ese entonces todo borroso por el llanto que derramé durante el trayecto, dolía todo mi alrededor, dolía mi ser, mis huesos, era el mundo del dolor y no paré de llorar hasta las cinco de la mañana, hora en que me quedé dormida.
Desperté asustada, presentí que todo habia sido un sueño y que él estaba tomando desayuno con mis padres, bajé con la ilusión de que así fuera, sólo estaban mis padres y un vacío entre ellos dos, un vacío donde antes se sentaba él. De pronto me acordé de la carta, (¡cómo se me pudo olvidar algo TAN IMPORTANTE! me odié más de lo que ya me odiaba) subí casi volando las escaleras y abrí la carta, redactarla aquí me causaría mucha pena, pero en ella decían cosas tan lindas que todas las noches antes de dormir la leo como diez mil veces, a tal punto que ya me la se de memoria, (tonta sí, tonta y debería estar escrito con mayúscula... TONTA) pero cuando uno se enamora es todo flor, ¡ayyy que lindo! dentro del sobre había una foto de él, claro, y además de eso había una gargantilla de oro, con mitad de un corazón, en la carta salía: "el otro pedazo lo tengo yo, como símbolo de unión".
Pero ya ven, ¡al fin! hice algo por alguien, ¡lo seguí, yo! una persona que se considera tremendamente cobarde.
hubiese sido muy idiota para dejarlo ir.
¿Qué creen ustedes?