Sentado a la espera me mantengo, falsamente ocupado,
pensando en otras cosas que no lleven tu nombre marcado,
y me lloran los necios ojos de cansancio acumulado.

Te extraño demasiado, porque ya no tengo nada de dónde aferrarme,
porque me faltan tus manos para acariciarme,
y tu cuerpo para darme calor, y ternura y comprensión.

Te añoro en demasía por decirlo de otro modo, aunque me sepa a lo mismo,
y tu ausencia se dibuja entre mis manos vacias, de tí,
de tus años, de tus meses conmigo, cuando te tuve aquí.

Y te sigo, te vengo pensando arduamente hasta tu vuelta,
y te deseo como antes, pero ahora con más añoranza,
y menos deseo, y menos ganas si no estás aquí, pera renovarlas.

Te extraño demasido y eso me suena a poco, porque siento algo perdido,
¿se habrá perdido el amor en el camino de la distancia?
nunca me sentí tan lejos de tu mano como ahora, tristemente.

Es esa melancolía lastimera y retardada que no me abandona,
lo que me hace extrañarte, y quererte contra toda certeza,
contra toda posibilidad de alcanzarte con mis letras, hoy vacías.

Vacías como me siento de tí si al saludarte dices un hola
que nunca tuvo un sabor tan seco, ni un aroma tan mortal,
ni unos ojos tan distantes que no me miren al pasar.

Te extraño demasiado es cierto, es dolorosamente verdad,
lastimeramente inevitable, y lo peor del caso, es que
después de todo este cansancio no hay vuelta atrás.