¡Las cuatro de la mañana! ¡Y el teléfono no deja de sonar!
¿Sí? … Ahora mismo voy.
Colgué rápidamente, me temblaban las manos.
Cogí el abrigo del perchero y me calcé los primeros zapatos que encontré. Ni siquiera me quité el pijama. No quería perder ni un segundo.
Conduje tembloroso hasta casa de Marta. No dejaba de darle vueltas a esa llamada. Marta me había llamado llorando y desconsolada que por favor fuera a su casa.
Menos mal que a estas horas de la noche apenas hay tráfico. Son los semáforos los únicos que me retrasan. ¡Se hace tan larga la espera del verde…!
Por fin llegué a su casa, toqué nervioso el timbre. Oí sus pisadas apresuradas dirigiéndose a la puerta. Marta me abrió.
Sin mediar palabra, sin apenas verla, me abrazó y me dijo: “necesitaba un beso”. Mientras una lágrima recorría su mejilla.
Texto agregado el 26-04-2006, y leído por 200
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Lectores Opinan
22-09-2006
El amor..........
Lo dejas todo, sea la hora que sea.
Ella, enamorada, necesita un beso de su amado para descansar. maite32
28-04-2006
Signos del mundo actual....soledad que persigue... misterioso
27-04-2006
Bonito. Esas llamadas hay que atenderlas incluso a esas horas. Cabezadeaborto
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