En las gigantescas columnas de humo,
Me recuesto ya tranquilo,
Sabiendo que lo peor ha pasado,
Pero esperando peores acontecimientos,
Nuevos estallidos, gritos y llantos.

Sigo desconfiando de la masa creyente,
Y me lanzo desde mi nube
Hacia la destrozada ciudad que
Envuelta en cañerías y concreto
Me da la bienvenida con sus hostiles habitantes.

Mientras caigo, siento cortes en mi piel,
Me sangran los oídos y me arden los ojos.
Mi mente se queda en blanco,
En este instante mientras caigo
Disfruto del ultimo gran aliento
Con sabor a desgracia natural.

Y desaparezco, entre las columnas de humo,
En un mapa desdibujado, sucio y fatigado,
De arboles secos y doloridos,
De vagabundos y hambre,
De miseria y fantasías,
De grandes columnas de humo sin fin.