Qué hermoso es leer un poema cuya tema clave o frase principal es “te extraño” o algo similar. Cuando no estas enamorado, tras leer ese poema, sientes un deseo prodigioso de sentirlo y cuando lo estás, ese amor sentido se multiplica por cien. Es sorprendente el poder que pueden tener este tipo de escritos sobre las personas.
Lo doloroso es sentirlo, sentir que extrañas a la persona amada. Quizás esto que digo suene “romántico” pero no lo es. No es ningún momento “romántico” levantarse de la cama y pensar en la persona amada sabiendo que hoy no podrás verla pues ella se encuentra lejos de ti. No es hermoso pasar el día en silencio, discurriendo sobre qué estará haciendo en este preciso momento, ni saber que mientras uno se encuentra en una fría laguna creativa ella ríe sin cesar, comprendiendo, a su vez, que el egoísmo de este pensamiento es sin duda alguna, la esencia de las relaciones sociales. Tampoco es bello sentir punzadas en el corazón a cada palabra que escribes.
El “romanticismo” no existe si el sujeto del romance se halla lejos del otro sujeto; no.
Más triste, aún, es saber que la laguna creativa en la que se encuentra uno es subyacente de algo todavía mayor: una laguna vital que en símil con la anterior, recibe una idéntica respuesta. Mientras sientes que la ciudad arde en llamas y que tú te encuentras atado a un pilar en medio de ésta, la persona querida estalla en mil sonrisas ante la broma (probablemente de índole sexual pues esto tiene muchas salidas para realizar bromas) de un amigo/a que hace que esa momentaneidad adquiera una mayor importancia que la persona que espera.
¿Cómo soportar la espera que no te espera?.