Anoche te he visto. El mismo hotel, el mismo ventilador eterno De pronto las aspas te molieron y cuando ya eras polvo, te respiré... y fue como respirar fuego. Sentí el escozor de tu ánima en mi pecho. Me hablaste desde adentro. Cenizas de mis vísceras brasas de mis huesos hoguera azul y fría lenguas rojas lamiendo arrancando tejidos escupiendo sedimentos desechos... nada más. Y no es que te sueñe todo el tiempo Es sólo que aveces Me atormenta no recordar el aroma ardiente de tu cuerpo.
Texto agregado el 25-04-2006, y leído por 150 visitantes. (1 voto)