Son los eternos castigos del destino, la malgastada estupidez de la cotidiana vida, que obsoleta es tu presencia, que aburrida es tu espera cuando llegaras, cuando te cansaras de hacerme esperar en este fondo apartado de la realidad de toda existencia humana. Quien soy, que haz hecho de mi, sin la intención de mover tan solo uno de tus pensamientos, sin siquiera uno solo de tus dedos, sal de mis ojos, fuera de mi corazón, de mis pensamientos, desencárnate de mi cuerpo, aléjate de todo lo vivo para mi y déjame morir en paz, guarda un eterno silencio y guía tu cuerpo a otro extremo lleno de mis deseos y noches sin fin en las que siempre descanso mi cabeza sobre tu pecho.

Quisiera ya no pensar en ti y cambiar mis actitudes. Pero lo único que puedo hacer es pedir que vueles, vuela por favor vuela con el viento del Sur y aléjate, lejos muy lejos asta donde mis memorias no te alcancen...