Era llegar a otra de esas conferencias, donde los profesores de Filosofía de las ciencias, trataban de sentar sus postulados y teorías.
Había algunos que se excedían en las charlas. Entre ellos, un profesor de cinematografía, que era excelente, pero usó demasiado la palabra, la carreta. Trató de demostrar que las películas eran también ideas y por lo tanto, eran realidad. Hasta ahí le creí y luego, pasó a demostrar la importancia del cine en la cultura. Yo lo que pensé, era que después de hablar una hora, debía limpiarse bien la boca, pues habló mucha mierdita.
El siguiente catedrático trataba de explicar, que en la edad antigua a los privilegiados, los amos y ricos, podían dedicarse al ocio intelectual, pues no tenían más que hacer. Sin dejarlo terminar su explicación, uno de nuestros compañeros, pidió la palabra y al concedérsela, exclamó: Según su teoría, dr. M.m, nosotros en Colombia estamos igual; no porque seamos unos privilegiados, ni porque seamos la clase dominante. Todos los que estamos acá, dedicados al ocio productivo, no tenemos que hacer nada, pero nada de nada, porque todos somos unos desempleados, no hay fuentes de trabajo y al contrario de los intelectuales antiguos, la mayoría, nos toca aguantar hambre…Todo el mundo se totió de la risa y entre burlas y chanzas, nos dimos cuenta que era la verdad: Los futuros intelectuales de mí nación, somos en su mayoría, unos vaciados que como don quijote, que por no tener nada que hacer, se volvió loco de tanto leer libros de caballería. |