A María Magdalena, quien dejó caer su granito de oro en el crisol de mis emociones
Poema del viejo baúl
Yo, anduve siempre detrás de tus pasos,
recorrí tramo a tramo tu piel desnuda,
tus besos marcaron territorio en mis labios,
y no sé, si gané o perdí, pero abrieron camino agreste
llenando mis sueños de húmedos recuerdos.
Además, conociste el ritmo de mi sangre
y, te bebiste el aura en una noche astral.
Yo, perseguí tus instintos,
embriagué tu ser en mis desvaríos,
y vacié tu memoria en el preludio de mi sino.
Tus caricias atraparon el canto que rompió el silencio, despertando la demencia de su letargo pasional.
Además, convertiste en verbo mi pasión entrañable
y, abrazaste los sueños en una prisión fecunda.
Yo, desnude tu cuerpo de abismo,
lo convertí en poesía y en prosa inagotable.
Tú, entendiste que el amor vuela sin alas, porque, rompiste el hechizo, atravesaste el alba y encendiste la luz bañando mis sentidos de rebeldía sana.
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