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[C:200263]

11:53 p.m. Mano extendida y firme a la mejilla y bofetada plaf. Qué te pasa imbécil, deja de tocarme ¿o te crees que no me doy cuenta? Él consternado la mira sin comprender del todo. ¿Acaso la tocó? ¿Dónde la tocó? El ascensor llega al primer piso y salen mientras ella sigue farfullando insultos. Ya en la calle la mira cómo curiosamente se adentra en la calleja contigua que siempre está oscura, boca de lobo babeante, y no puede creer la coincidencia. Camina detrás de ella.
11:30 p.m. El ansia hizo presa de él hace ya un buen rato. El ritmo de su corazón se aceleró. Le sudan las manos. Sólo una cosa puede significar eso. Necesita salir a la calle, elegir una persona al azar, siempre aleatoriamente. Qué poder el suyo, qué fascinación la de cortar el hilo, como las parcas que tejen, destejen y cortan el hilo de la vida. De ahí su predilección por las tijeras y su envidiable colección. Tijeretazos aquí y allá, tac tac. Saca unas tijeras alemanas muy grandes, muy afiladas. Sale de su departamento y en el pasillo se encuentra con su vecina. No se saludan. Le parece raro que no esté con el novio.
11:19 p.m. Por qué tendrá tanta mala suerte con los hombres. No ha habido uno solo que no la haya cambiado por otra; de tanto, ya ni lo siente. Ahora está hablando por teléfono con el novio de turno y el muy cínico le pide que sea ella la que vaya a buscarlo a él a su departamento. Querría decirle que no, sin embargo condesciende. Prefiere ignorar el abuso, la falta de delicadeza y concentrarse en la compañía, en el buen sexo que seguro tendrán. Ya ha olvidado lo que es tener una buena relación, cálida, comprensiva, sana. Sólo le queda el sexo. Sabe hacerlo muy bien, sabe lo que les excita a los hombres y se atreve a hacerlo, o por lo menos eso le gusta pensar para no pensar que ni para eso sirve, para no pensar que los hombres la buscan sólo porque se acuesta fácil, sin demoras ni muchos protocolos hipócritas; para no sentirse una puta, para no pensar que es fea, aburrida, tonta. Se arregla, se pone linda. Sale de su departamento y se cruza con el vecino. Es tímido, y a ella le encantan los hombres tímidos. Nunca la saluda a pesar de que ella le ha sonreído varias veces. No es feo. Decide que la próxima vez que se lo vuelva a cruzar en el pasillo lo va a saludar y a charlar cualquier cosa con él. Ahora no porque ya es tarde y tiene prisa.
9:34 p.m. Estrena la lupa que compró ayer para apreciar mejor los grabados de Hogarth que tanto le gustan. Contempla largamente The Bathos, su grabado predilecto. Finis, exhala débil el ángel derrocado. The world's end. Sí, todo se desmorona, todo desfallece todo el tiempo, todo pende de una fina cuerda y se cae todo el tiempo y se quiebra crash. Empieza a sentir vagos pálpitos. Es temprano todavía. Escribe esa carta suicida que lleva varios días imaginando. No le gusta cómo escribe pero sí le gustan las citas de Jovellanos y Meléndez Valdés que incorporó apropiadamente. Le gusta pensarse como un tipo culto. Quién ha leído a Jovellanos o a Meléndez Valdés en estos tiempos. Nadie, sólo los cultos como él. ¿Se suicidará? Es muy probable. Será a la madrugada, cuando regrese, cuando haya terminado. Se guarda la carta en el bolsillo del pantalón.
11:55 p.m. ¿Se habrá excedido al abofetear al vecino? ¿Y si la tocó por accidente? Y para qué se hace la mosca muerta si el vecino no le desagrada. Pero tampoco es la manera de acercársele. El muy cabrón. La calle está muy oscura. Ha sabido de varias muertes por la zona. Hay rumores de que por los alrededores merodea un violador. No le preocupa demasiado. Es valiente. ¿O será acaso que ya no le importa mucho nada? Ese es un estado peligroso, cuando se cruza una línea y ya nada importa, cualquier cosa puede suceder. No está de más haber traído en su abrigo ese pequeño revólver que se compró cuando se decidió a irse a vivir sola. Seguro que el novio le dirá loca cuando le cuente que salió con un revólver a la calle. Piensa que si se llegára a encontrar con un violador en ese momento, en esa noche específica, no sabe lo que haría, si descargarle toda la pistola en la cara o dejarse violar dócil, para ella ya es lo mismo lo uno que lo otro. Escucha un ruido detrás suyo.

Texto agregado el 24-04-2006, y leído por 118 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
24-04-2006 buenisimo chico.... stellawasadiver
24-04-2006 no recuerdo si le pregunté acerca de la película Irreversible de Noé. Tiene un desarrollo similar, o parecido. Pero su pluma, mi estimado, vale más que mil cámaras. ccrroonnooppiioo
 
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