Animal de la noche

El mar es un animal nocturno, violento, rebelde. Cuando la afilada luz solar retrocede rasgando la piel etérea de la Tierra, el mar comienza a abrir sus inmensos ojos de oscuras aguas, alzando sus olas espumosas intentando estrechar la luz lunar. Ese mar que no le pertenece a nadie sino a él mismo, que es jalado por invisibles hilos de luna, que es preso de fuerzas terrestres sin pertenecerle a la Tierra. Mar pobre que toma arena y después la devuelve sin darse cuenta. Mar de eterna soledad que danza perezosamente sobre el planeta que cubre. Mar que cubre pero no es cubierto, mar desnudo. Que da vida sin saberlo que da muerte sin notarlo. Mar ingenuo que solo espera, que despierta como cada noche, solo, cansado, melancólico, habitado por sus hijos dormidos, estirándose a lo largo como reconociendo su acuoso cuerpo, comprobando si es ahora más pequeño, o acaso más grande, si despierta en la misma arena que una noche antes abrazó al quedarse dormido. Y así como siempre, siempre mar, siempre olas, siempre sal, le queda tan sólo el consuelo de ser acariciado por el viento que sobre él presume su vuelo, la libertad que el mar no tendrá jamás. Pero el mar protesta, y lo hace de la única forma en que puede, no guarda silencio jamás, jamás se queda quieto, aún cuando duerme su agua se mueve, aún cuando parece muerto se mece en su sueño. Es por eso que desde hace siglos, que ahora, mañana, ayer, y aún en el último día, en que la Tierra se llame Tierra, el día en que el universo esté a punto de estallar y la Nada se colapse como si Dios agonizara.... el Mar seguirá protestando, por ser el animal más triste de la noche.

Guillermo Amador Abril 2006