Después de todo, Darío se echó a reír pues, Andrew andaba de nuevo peleando con la novia y esta le había terminado por última vez. No creía lo que le había escuchado a su ex compañera sentimental: no te quiero, nunca te amé, estoy enamorado de otra persona, que me puede ofrecer mejores cosas que usted,…, si te he visto, no me acuerdo y
Ni siquiera quiero tenerte como amigo, pues pareces una nena, por todo lloras. Márchate, de una vez. Andrew, llorando, le rogó, le suplicó, pero Milena hablaba en serio. Era un asunto definitivo. Todo había concluido.
Acercándose a su viejo amigo, Andrew trataba de ser comprendido y de demostrar que ella era la culpable. Darío, ya viejo, comprendía que tenía que ser sincero con Andrew, con su amigo de los últimos meses, así pareciera crudo, realista y sin misericordia. Darío le dijo todo lo que Andrew no quería aceptar. Todo había concluido: las idas a los bares, los coktales, las comidas de novios, las idas a los moteles de los amantes,…Todo por el capricho de una mujer que era joven y bonita. Todo había concluido.
Andrew se echó a llorar y se despidió de su amigo. Darío se volvió a reír; comprendió, que él no había sido la única victima del llamado amor, del primer amor. A Andrew le tocaría llevar ese gran peso de por vida pues el primer amor, nunca se olvida. Se reía, pues Andrew había comenzado el camino, el largo y tortuoso rumbo, que lo llevaría a ser mejor persona y a darse cuenta, que el amor, es la tentación que se nos pone, para poder volvernos de verdad hombres. Andrew dejaba de ser un niño. Ya era un hombre…Comenzaba el calvario, el inicio de la sagrada redención, la vía que conducía a la verdadera felicidad…
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