345,600 Segundos
– Todos los días.
Todos los días se sienten iguales. Te levantás. Te bañás si no te pesan demasiado los huevos (o los ovarios, para no ser discrimativo.) Ya en el baño decidís si te echás shampoo o no para ahorrar tiempo, y también es mejor no hacerlo a veces para andar el pelo apestosito pero suavecito. Luego ves si comés cereal o una comida de verdad si tenés cholera, mujer o madre que te haga comida de verdad. Te vas para el trabajo o la escuela o a que te violen física o psicológicamente, dependiendo a lo que hacés de tu vida. Si estás desempleado o estudiás o trabajás por la tarde también te podés quedar echando la hueva dependiendo de qué tan temprano te levantaste. Puta, y ahorita que lo pienso, qué mierda es cómo las únicas tres opciones que tenemos en la vida pensante son estudiar, trabajar o echar la hueva (que incluye una serie de actividades que pueden ser valoradas de una forma muy variada como ver televisión, leer un libro o una revista, escribir algún cuento o poema de porquería, hacer algún deporte solos o con otros huevones, platicar y/o pasar tiempo con tu novia o novio, [que bien puede ser una persona de verdad, tu mascota, una candela moldeada, un pepino que cogiste del refrigerador, el tubo del papel higiénico relleno de papel húmedo, una bolsa plástica entre los colchones de tu cama, un asiento de bicicleta de silicón embarrado de lubricante, un vago que te cobrará 5 por hacerte el favor, tu simple pero fiel mano derecha o la izquierda si sos un zurdito, etc.] hablar con el último pobre diablo o diabla a la que le pusiste la mirada para ligártela, rezar por una vida mejor en la que podás cumplir tus sueños y todos los de la gente que querés, hacer yoga, entrar a internet a hablar mierdas con otros estúpidos que sienten que desperdician su tiempo menos que vos, ves la webcam de alguna bichita de doce años que se excita con enseñarle las tetas a cualquier desconocido que le habla en el chat, comer más alimentos deliciosos [o vomitarlos si sos un demente bulímico], estirar el cuerpo y gritar aleluya; en fin, una casi infinita gama de actividades que usamos para pasar el tiempito que vale menos que la mamada que nos da el vago.) Imaginate. Es tan deprimente que no voy a seguir pensando en eso, sólo voy a seguir con lo que te estaba contando. De cualquier forma que querrás ocupás tu tiempo... Todos los días...
¡...Hasta que de repente...!
En una de esas huevas que te echás encendés la televisión, y qué putas; ves en la pantalla eso que te arranca un grito como gato violado en el techo: la programación del viernes. Bueno tan normal e insípido como la vida misma, decís vos; más no. ¿Por qué?, me preguntás vos; yo te contesto: ¡Imbécil, porque esto me ha pasado hoy, hoy mismo que te cuento, y ayer ha sido domingo! Yo sólo me pregunto una cosa, una cosita bien simple y que no creo que le cueste tanto Osiris o cualquier puto dios contestarme: ¿Qué putas le pasó al resto de la semana?... No me interrumpás vos, esperate a que termine de hablar...
A ver, contá conmigo: Lunes, martes, miércoles y jueves. Cuatro días. ¿Dónde están esos cuatro días? ¡Desaparecieron en el culo del universo, cabrón, eso fue lo que pasó! Y no me vayás a decir que me sobredrogué y caí en una coma de la que salí solito o que soy tan huevón que me quedé dormido los cuatro días; no me vayás a decir una pendejada así, imbécil, que el hocico te voy a romper; yo sé que he estado en mis cabales y no hay forma que se le borrén de esa forma los recuerdos a uno. ¡Me robaron cuatro días de mi vidita linda y sin sentido! ¡¿Ay Allah, por qué me has abandonado?! ¡Tan corta que es la vida y ya perdí cuatro preciosos días! ¡Qué no hubiera hecho en esos cuatro días! Quizá en el día lunes hubiera decidido poner de una vez por todas mi vida en orden. Quizá el martes hubiera descubierto, luego de una larga sesión de meditación, el sentido de mi vida. Quizá el miércoles hubiera conocido a la mujer que habría de ser el amor de mi vida y me hubiera hecho uno con ella como dos medias naranjas y hubiéramos cogido todas las noches para tener el vergo de cipotes y perpetuar nuestros genes defectuosos como nos lo mandan. Quizá el maldito jueves hubiera encontrado la cura del cáncer por casualidad mientras examino los hongos en el piso de mi ducha que estaba cobrando movimiento y lo llevé a que lo examinaran en un laboratorio y terminaran descubriendo que tenía la información genética exacta para combatir cualquier tipo de cáncer. Todo eso y sepa Thor cuántas cosas más no pude haber hecho en esos cuatro diítas que parecen insignificantes pero que son tan valiosos ahora que los he perdido. No hay forma de recuperarlos, no hay forma. Están perdidos para siempre. Quizá mi vida se suponía iba a cambiar en esos cuatro días, y ahora jamás lo hará. Todo gracias a la pestilente broma de los hilos de paladio que atan los pisos de potasio que sostienen las columnas de queratina que sostienen las bases de algún maldito polvo cósmico que forma el universo. El titiritero que maneja los hilos de paladio decidió que se iba a divertir conmigo borrándome los cuatro días más importantes de mi vida. No es justo man... no es justo... No, no, esperate; no me interrumpás.
¡Jue puta! Y ahorita que lo pienso... ¿qué tal si realmente viví esos días, y simplemente me los borraron de la memoria? ¿Qué si realicé todas esas cosas maravillosas y ahora jamás podré recordarlas? ¿Qué sucede si me casé con una mujer maravillosa, sensual, buena cocinera, obediente y sumisa en el norte de Sri Lanka en un viaje que me gané en la lotería que al fin me decidí a comprar y por el presagio de un horóscopo en el que le comandaba a todos aquellos de signo cáncer que “si se sacaban la lotería debían hacer un viaje a Sri Lanka y pararse en la zona de espera de las maletas del aeropuerto a esperar por la persona que sería el amor de nuestra vida” y finalmente realizado y consumado el matrimonio con el amor de mi vida decidí regresar para recoger mis cosas y despedirme de las personas que conozco y contarles mi infinita felicidad para tomarme una siestecita que terminaría borrándome todos esos recuerdos maravillosos, causando que deje abandonada a mi esposa ya que pensé que regresaría tan rápido que no le dejé información para contactarme en este lugar putrefacto y de esa forma se arruina el resto de mi vida, condenado a seguir siendo el simpletón que he sido hasta el momento? Ay no... ay no... me está entrando algo man, me está entrando algo feo... ay ay ay ay... creo que es un ataque cardiaco... ay ay ay ay... ya no aguanto man... callate, no me digás nada ahorita... ay ay ay ay... ya... ya... ya ya ya ya... ya me está pasando... ya calmado... ya... ya pasó... ya pasó. Ay dios mío... ¿por qué me tenía que pasar esto a mí? Es cierto que soy una mierda ambulante, ¿pero acaso no lo somos todos? No merecía este suplicio... callate un momento por favor, no intentés hablar.
Ay... ya me dieron ganas de llorar... mirá ve, ¡estoy chillando ya! No sé por qué estoy chillando. Algo me entristece... no sé si serán todas esas cosas maravillosas que hice y no podré recordar, o el simple hecho que mi vida será 345600 segundos más corta... eso es bastante. ¡Ay Poseidón, te prometo que haré más cosas maravillosas por tu mundo si me dejas recordar esos cuatro días que me han sido robados de una manera tan injusta! ¡Sólo eso te pido! ¡Yo te serviré por siempre, te rendiré culto y haré sacrificios de jóvenes vírgenes para ti todos los días que me restan de vida! ¡Devuélveme al amor de mi vida que conocí en Sri Lanka, por favor! ¡TE LO RUEGO! Ay... ya no puedo más; me tengo que sentar un momento.
– Mirá, dejame decirte algo: en primer lugar, qué feo pensás; qué feo te expresás. En segundo lugar, decime en qué canal viste la programación del viernes.
– En el canal 6, cuando me levanté en la mañana...
– Eso te quería decir desde que me dijiste, porque ya me imaginaba que eso era. Pobrecito vos. Todos los programas del viernes los pasaron para el lunes.
– Ah, bueno. Yo sólo para eso te llamé. Andate ya que me quiero conectar en internet a platicar con la Antonia y también me quiero hacer una paja con mi asiento de silicón pensando en ella.
(Introducir música macabra de piano en notas muy graves aquí)
FINE.
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