1. El analgésico eres tú
El sopor de la lluvia con el enlace de la temperatura de mi decadente ciudad, alberga la habitación, mi sitio de hibernación, el lugar donde los años pasan adoleciendo mi integridad y el cual abandonare el día que me haga hombre. La lluvia cae incesantemente y mi refugio me alberga mientras acostado contemplo las melodías de Cobain, destemplando mi grabadora que yace acostumbrada a esos deciveles ubicada sobre un anaquel de mi comoda. Y releo a Medina Reyes hablar sobre algo con lo cual me asocio directamente en mi revista favorita, algo que fluye también en ese ambiente, simplemente algo que me eleva por los aires y tergiversa mi imaginación.
A rato no me encuentro en la habitación sino planeando en mis pensamientos, y es justo allí cuando no me siento humano, y alcanzo apreciar mi propio asesinato. En un baño de sangre se encuentra mi escuálido cadáver, nadando como mi matutino cereal, se zambulle con leche. Esa imagen me reconforta en cierta forma porque ya no soy dueño de nadie en este mundo, pero lo mas extraño es que aun respiro. No encuentro manera de poder seguir viendo esa escena, tal vez porque no recuerdo más o es que he comenzado mi viaje de regreso a la realidad, pero no es así. Transpirando en aquel visaje, empiezo a recalar sobre lo sucedido en la habitación, y me encuentro confundido más por la actividad de mi cuerpo que por la sangre que ha aparecido en mis manos, ya he descubierto a mi asesino: yo.
Me despierto de un golpe súbito, como si mi alma hubiera aterrizado afanosamente en mí, haciéndome ver como victima de una pesadilla, en esas recuerdo la frase que leí de Medina Reyes, en uno de sus libros “El hombre fracasa en sus sueños, y triunfa en sus pesadillas”. Y es justo cuando mis ojos enfocan el artículo en la revista que se tiende como abierta de piernas sobre mi agitado pecho; y entonces alcanzo a vislumbrar lo que me había hecho soñar, ¿El acné conglobata?
No creí haber suscitado o pronunciado antes aquella juerga, que de lo único que alcanzaba a reconocer era que debía ser una clase de enfermedad dermatológica, pues de acne sabia lo suficiente como para tener colgando en la pared un doctorado en ese nefasto sufrimiento que me había hecho odiar al espejo. Sin embargo en el artículo algo detuvo mi mirada, y fue justo cuando la fuente y color de esta cambiaron en el texto. En negrilla, pero pintadas de color rojo aparecía sobresaliendo de lo demás escrito, SUICIDIO.
Y así, retome el momento y no cabía en mi cara la sonrisa que se dibujo después de analizar como la voz rasposa de Cobain servia de anfitrión a la antesala que Efraim Medina Reyes había preparado en su crónica ya mensual en la revista. Era preciso apreciar que otra vez esa palabra llenaba mi vocabulario y me hacia recordar mis viejos pensamientos de impúber, cuando descubrí que el suicidio era todo un arte.
Evoque con la memoria como fascinado recitaba a mis amigos lo que para mi era lógico y para ellos no. Mi fascinación me hizo declararles conclusiones, y recordé que de eso era de lo que mas hablaba por ese entonces. Les decía como el suicidio podía ser una gran obra, pues es la manera en como un hombre termina su egocentricidad o la manera en que el mismo ser se aniquila y toda una sociedad es la culpable. Parece una novela trágica de Shakespeare, o más bien como un cuadro surrealista de Dalí, que solo aquellos que lo admiran lo contemplan y lo entienden, el resto se dedica a criticarlo y juzgarlo erróneamente. Y se acabo el disco, ya las notas agonizaban por los parlantes cuando analicé la ultima frase de esa canción titulada “All apologies”, y la examine cual dicho filosófico de pensum colegial. Me llegaba hasta el fondo de mi conciencia, aunque no se porque; el significado era invisible ante mi. “Todo en todo es lo que somos”. No le encontraba nada, nada de valor, nada de importancia, nada de nada, aun así me inquietaba. Y además que más podía relacionar con el hecho de haberme visto muerto, sino con el de que había triunfado en la pesadilla, pero en la vida real mi sueño de suicidarme había fracasado.
Me recosté unos segundos para analizar lo sucedido y reírme un rato de aquella situación que la vida me regalaba. Hice la revista a un lado, y me volví a sumergir en las aguas de mi imaginación; divagando entre el pasado y el olvido recordando pedazos de mi vida como un capitulo de telenovela, pero mejor aun tratando de ver en que momento se me había deschavetado la mente, “¿Por qué? ¿Por qué estoy pensando en esto, que me ha pasado?...¡No puede ser donde estoy!” -pregunte desconcertado.
Pase a otro sueño…
La claridad en el aire me cegaba por completo y me llegue a sentir como volando, pero por mas que se tratara de un sueño, esta vaina parecía real. Esta vez aparecí en un lugar totalmente blanco lleno de sabanas que no se podían quitar y un camino de papel tan blanco como el helado de vainilla. “Y si es real.” –Me afirmaba un graffiti en la pared que en segundos se había levantado ante mis ojos. La tinta rojo resaltaba demasiado, en contraste con la ambientación que mi mente la había dado a ese sueño; y de repente se me salio una carcajada de pensar que carajos me había fumado para estar adentro de esta patética alucinación. Sin embargo recordé que solo fumaba marihuana los fines de semana para cuando iba a las presentaciones turbulentas de mis mejores amigos y su fracasada banda de rock. Que nunca terminaban de tocar, pues Poncho el cantante perdía el tono de la canción, y empezaba sonar un tanto rimbombante, haciendo enfurecer a los ‘groupies’ asistentes al evento, y de vez en cuando mojando sus pantalones frente a frenéticos gritos de rechazos. Rechazo eso fue justo lo que hizo que abandonara la cotidianidad de este mundo el pasado Febrero a la edad de 17, cuando su cara quedo pintada en la acera de una calle luego que decidiera saltar de una azotea.
No obstante entre semana, solo podía chupar uno que otro cigarrillo sin que el hedor se notara en mi casa, y sabia con gran certeza que por lo menos habían pasado tres días desde que la fuente tabacalera de mi mesita de noche se había agotado sin ningún presupuesto con que reponerla. Por lo tanto me halle desconcertado al mirar que mi sueño-alucinación se sentía cada vez mas profundo, cada vez más real.
La enorme sala blanca, seguía y seguía con kilómetros de blancura, sino hubiera sido porque soy muy poco devoto habría pensado que me encontraba en el paraíso espiritual, pero mi sarcástica conciencia me castigaba con macabras risotadas interiores. Camine durante eternidades de horas que pasaban tan lento como una mañana de lunes, y que no me habían llevado a ninguna parte. No sucedía nada extraordinario, no había viento y el sol no se asomaba por ninguna parte, aunque una luz blanca lo reemplazaba. Jamás sentí o vi un prospecto de vida humana hasta que me senté a descansar. Me recosté sobre una roca que parecía hecha de cartón y cuando menos me imagine un avioncito de papel me rozo la mirada y aterrizo bajo mis pies, lo mire delicadamente y note que tenia algo escrito así que lo desarme y leí lo que parecía un poema un poco tonto e infantil.
Sigue la ruta hacia el recuerdo,
Desgasta tu alma en el infierno,
Y cuando ya no estés contento,
Veras la razón de tu desconcierto.
El desespero se abalanzo a mi con tanto voltaje que empecé a llorar, deseaba a mi madre mas que a nada en el mundo y me sentí por primera vez en muchos años desprotegido y preocupado por sobrevivir. Tire el papel al piso y comencé mi pataleta de niño chiquito lanzando patadas y puños contra todo lo que se me cruzaba por lo ojos. Grite insaciable de cordura y le pregunte a no se quien, (me imaginaba que alguien podía oírme, pues la soledad me asusta) que terminara de una vez por toda con la locura que de un momento para otro se había formado en mi cabeza.
“¿En tu cabeza y como sabes eso?” –Dijo una voz tan grave que puso a temblar mis rodillas. “¡Shhh, no digas nada pendejo, acaso de no vez que oye! –Complemento esta vez una voz femenina, pero con un tono intelectual.
“¿Qué están diciendo?” –Empecé a gritar otra vez ¿Quienes son desgraciados? Sin éxito alguno. Pero después de unos momentos de quietud y calma, empezaron a murmurar- “Apúrate haz algo, encuentra la manera de calmarlo”.-Dijo la voz aguda y femenina. “Acaso no ves que lo estoy arreglando” respondió la voz grave. “Es que este se nos escapo de las manos… mira ya lo arregle”-complemento la misma voz.
Mientras tanto me quede escuchando lo que las omnipresentes voces comentaban de mi como si yo no los pudiera escuchar, aunque las expresiones de ellos al hablar me indicaban que ellos si me podían observar.
“¿Será que aun nos escucha?” –Susurro la voz femenina. “No ya creo q…” y no termino la oración, las voces se habían desvanecido por completo y enseguida mi desesperación creció y mi pataleta comenzó como resucitando de esa pausa que las voces habían provocado. Mis victimas fueron unos árboles de yeso y cartulina que se encontraban justo enfrente de mí. Los rebane y convertí en añicos hasta que horizonte se expandió mas allá de ellos y pude contemplar que había abierto una nueva ruta.
Ya menos exaltado e hiperventilando después de mi ataque de nervios, empecé a caminar por el nuevo paso hasta que al fin llegue a un punto en donde un cielo blanco abrió y como por arte de magia se empezaron a proyectar imágenes de lo que parecía mi vida. Aparecían mis amigos, los de siempre y los únicos, fastidiando la vida conmigo y también mostraban mi casa, mi cuarto, a mis padres, a mi perro en fin… ¡No se que carajo era esta porquería! No se porque divagaba en esta extraña situación, ni quienes eran esas voces pero me volví a sentir demente, algo que creo que solo los genios pueden sentir, ya que volví a maldecir y esta vez caí desmayado sobre la blancura del piso de papel, sin recordar mas nada.
Me levanto pero no me siento, creo que no soy humano…
Y volví en si, justo cuando no había nada a mí alrededor solo una pequeña mesa con un formulario y un lápiz, el resto parecía el vasto océano del espacio, reducido a escala pero sin estrellas. No pensé más y agarre el formulario para leerlo, me pareció tétrico y cómico al mismo tiempo que mis ojos apreciaban una lista.
Razones buenas del suicidio
1. Es la salida mas barata cuando los problemas se vuelven demasiados grandes.
2. Lo mejor, nadie es culpado al menos legalmente por tu muerte.
3. No le das el gusto a alguien de que acabe con tu vida; tu mismo lo haces.
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135. Puedes imitar a tu ídolo al hacerlo y ser recordado como el. (O como un imbecil)
136. Si lo haces a los 27 años, podrás entrar al “Club de los 27”, por lo tanto conocerás a: Jim Morrison, Janis Joplin, Kurt Cobain, entre otros.
“¿Que es esto?”- Me dije ya riéndome a carcajadas. “Esta vaina esta buenísima”. Era como estar leyendo puras mentiras y estar creyéndomelas a la vez, en que locura me había metido. Sin preguntarme mas comencé a notar que no solo era una hoja sino que habían mas, y cada una era de un color diferente. Seguí leyendo las razones hasta la ultima la numero quinientos, y al voltear la pagina comenzaba un cuestionario algo como por el estilo de un análisis psicológico. Me entretuvo un tanto, mientras me reía de las estupidas preguntas como “¿De que color es el cielo?”, contestaba sarcásticamente rojo, y pasaba paginas hasta que en la ultima encontré cinco preguntas sobre los sueños que había vivido, y la ultima era mas rara aun me preguntaba “¿Por qué me había suicidado?”.
Me tome delicadamente el tiempo suficiente para terminar el cuestionario, pero continué con mi sarcasmo ya que en la ultima respondí que lo había hecho por la represión sexual. Acepte sin saber el delito del suicidio, solo mi mano escribió y mi mente se burlo afanosamente, pero mi alma me pego una patada. Deje el formulario y me incline para atrás para reclinarme en el espaldar de la silla, y para mi sorpresa este se había desvanecido, así que acostumbrado a sentir el vértigo de una caída, experimente el vació en todos sus ángulos inexistentes. Sentí que se me cerraban los ojos, y los parpados se me pegaban hasta que no pude abrirlos, en fin, ya acostumbrado también perdí la noción del tiempo, en fin otra vez me había desmayado.
Abro los ojos, me despierto…
“¡Jajaja¡” -una risa escara broza me contesto, pero el desconcierto creció mas cuando mis parpados me abrieron las cortinas a ese mundo.
No sabía que había pasado, el olor a humedad y la oscuridad total reinaban en aquel entorno. –“¿Como te fue amigo?”-me dijo una voz apartada. –“¿Quién eres?”- respondí un poco intimidado.- “¡Cálmate! Solo son trampas del destino”- volvió a decir la misma extraña voz.
No quise contestar porque el miedo ya me llenaba y se subía a mí como si estuviera corriendo por mis arterias. Allí estaba yo, parado frente a lo que parecía una cama, pero solo era un pedazo de madera con sabanas encima. Los ladrillos de la pared se veían musgosos, y el goteo de una llave de agua, había formado un charco que se ahondaba en mi pie, como buscando el calor. Mis piernas estaban al desnudo y solo traía puesto una especie de bata que me recordaba a las batas de operación en los hospitales, pero mi incredulidad no me dejaba esclarecer las dudas que me inundaban como agua en un naufragio. Debía empezar a enumerarlas para poder organizarme –pensé fatigado- Pero la claustrofobia que sentía hizo que me tirar al piso a llorar. “¡No entendió!” -grite hasta mas no poder.
“¡Jajaja!” -la misma risa perturbadora penetro mis oídos y me hizo calmar. “Como alguien puede reír cuando lo que mas quiero es llorar” –me dije a mis adentros.
-“Otro igual, es la misma cosa que los otros, si ven como se revuelca como una niña” –volvió a decir en tono burlesco la voz que había empezado a odiar ya.
“¿Quiénes son?” –Dije alterado, poniéndome en pie.- “¡Carajo! ¿Dije que quienes son?”-volví a insistir.
-“Mejor no preguntes, no querrás saberlo” – me dijo la voz amable del principió. “¡No seas tonto, no ves que esta confundido, jaja!” -grito la otra voz burlona. “¡Cállate, y déjalo descansar!” -dijo la voz amable- “Ha sido un largo día para el.”
“¡Cállate tu!”-contesta la voz burlona. “Me tienes aburrido, conciencia siempre abogando por el fastidio humano.”
“¡Shhh!”-corto una voz.
Quede atónito frente a la disputa que acaba de escuchar, solo dudas seguían acumulándose, y nada hasta ahora me ayudaba en mi desespero. Así que decidí ir más allá de la claridad, donde la oscuridad lo cubría todo.
- “¿Qué haces, chico?” –Me pregunto la voz chillona.- “¿Para donde vas?” –Me volvió a preguntar.- “Es que quiero saber que hay en la oscuridad” –Le respondí.
Ya me estaba aproximando y algo podía divisar, era como una pared pero con barrotes, y el olor era terrible. Mire hacia al frente, sin mirar al suelo, pues temía encontrar ratas o algo desagradable allí tirado, pero mis manos se detuvieron en los barrotes oxidados, solo para apreciar la cabeza de alguien que de un momento para otro se asomo dejándome sin aliento y sobresaltado.
“¡Shhh!”–me dijo susurrando, y con un dedo torcido en la boca.- “No hagas ningún ruido, en la oscuridad nadie nos ve.”
Me asombro que su cara estaba pálida y un tanto fantasmal, pero sus rasgos eran finos y sus dientes brillaban en la oscuridad de la blancura. “¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es este sitio?” –le susurre afanosamente-. “Tranquilo amigo, todos llegamos así”–dijo en forma reconfortante. Aunque aun no llenaba el vació que mis dudas esperaban, lo mire fijamente para analizar su actitud, y allí reposaba, como carcomido por la soledad, sosteniéndose contra los barrotes que cortaban su cara en la imagen que mis ojos atrapaban. De repente vi que su mano se asomaba entre los barrotes y me indicaba que me le acercara. Lo pensé por unos segundos, y me le arrime para ver lo que quería. En ese instante solo escuche un zarpazo en el aire, y sentí que su mano me apretaba hacia el; su lengua me pasaba por la cara y me lamía cual dulce exquisito, y fue allí cuando su lengua alcanzo mi oído y paro, luego tomo aire, respiro profundo y me dijo- “No seas tarado aquí todos estamos asustados. ¿Acaso eres de los que no le temen a quedar sin conciencia?-su hocico olía a ron añejo, y su aliento nauseabundo me revolvía el estomago. Luego tomo aire otra vez, como si lo necesitara para hablar y se me acerco mas al oído-“Pero cuidado, aquí el analgésico eres tu…”–su susurro me dejo húmedo en las entrañas de mi cabeza, su mano se desenrosco de mi cuello y lo vi sonreír mientras daba vuelta atrás y comenzó a desaparecer de mi vista. Y cuando menos lo imaginaba, regreso corriendo y volvió a tornar su rostro ante los barrotes y dijo- “Ve a dormir lo necesitas, mañana lo veras…”-Su figura se difumino con la oscuridad y quede solo mirando hacia la claridad, en donde estaba la supuesta cama. Camine saliendo de la oscuridad, un poco anestesiado contra el miedo, por esa escena que me había dejado pasmado pero pensante.
No lo entendí, aunque decidí acatar su consejo casi como una orden. Me dirigí hacia la tabla de madera y me recosté, intentando olvidar lo sucedido, me dormí con la consigna de alivio, de que tal vez esto no era mas que una pesadilla, pero una vez más me pregunte. ¿Medina Reyes tenia razón? ¿Será que me he triunfado, y sigo soñando? –Aunque este sueño se asemejaba a una pesadilla y a una realidad, todavía no podía entender las palabras del caballero de los barrotes. ¿Como así que el analgésico soy yo? –“No se que me fume pero seguro que no me siento solo”.-Me dije como respondiéndole a mi conciencia- “Solo sé que no estoy solo, todo hombre esta acompañado de su conciencia. Sin ella soy un anima en el purgatorio.” Termine mi auto-charla, y de inmediato me hundí en lo mas profundo de la realidad, creo que ya no tenia mas sueño que soñar me los había gastado.
Estaba en la sala de operaciones…
Así creí yo al ver que me encontraba sentado en un sillón de cuero frente a dos tipos que no parecían para nada humanos. El primero era alto fornido, con la nariz mas perfecta que haya visto pero tenia muchos lunares, por consecuencia no parecía humano. El otro tenia barba sus lentes se parecían mucho a los de mi abuela, y olía a un revoltijo que no me podía explicar era algo como entre tinto, tabaco y un ser vetusto. Los dos se veían sabios pero preocupados, y ambos agitaban sus manos como discutiendo de algo, sin notar mi presencia.
“¡Sus voces! Sus voces se me hacen familiares- les hice saber después de varios minutos de solo mirarlos. El sabio de barbas largas me miro y me dijo- “Tienes que perdonarnos, lo sentimos mucho”. Y se me quedo mirando, tal vez esperando una expresión de inconformidad en mí. “¿Pero que han hecho y que es todo esto?”-Les pregunte, parándome del sillón de cuero y dirigiéndome a ellos.
“Nos hemos equivocado”-dijo el de los lunares y comenzó a sollozar. “Pensamos que te habías suicidado, pero resulto que no era así”. -Termino con grandes lágrimas en sus mejillas.
“Veras, dadas las características tuyas, y tu flamante afición al suicidio pensamos que era a la persona que buscábamos, pero desgraciadamente fracasaste la prueba.”-Dijo el sabio de barbas largas con la impunidad en su rostro. Me quede perplejo y no supe que hacer por un momento si correr a buscar auxilio y creerles el cuento a estos locos. “¿Y quines son ustedes?”-Pregunte finalmente. “Ay, te haz hecho tantas preguntas chico, que será mejor decirte la verdad”-Contesto ásperamente el de barbas largas, mientras el de los lunares se restregaba las manos en la cara.
“Nosotros somos los encargados de los suicidas de la tierra, nosotros recogemos sus almas desechamos sus cuerpos para que sean enterrados y los traemos acá.”-Me dijo el de barbas largas con la sonrisa más amplia que había visto en mi vida. “Per…”-Iba a preguntar cuando el viejo me interrumpió.-“¡No nada de preguntas innecesarias de ahora en adelante!”-Dijo el barbas largas. “Nosotros responderemos solo para desenredarte el nudo que tienes en la cabeza.”.Y de allí en adelante estuve sentado hablando con estos viejos hasta que llegue a comprender lo que me había sucedido.
En resumidas cuentas, lo que alcance a captar fue que ellos se encargaban de aliviar los dolores del haberse matado. Resulta que el suicido te marca y te mueres con tanta depresión que tu alma no alcanza ni el cielo ni el infierno, y ni siquiera el purgatorio. Quedas vagando por allí, sin nada que hacer y con el sentimiento de culpa que te deja la marca de este homicidio. Entonces tal como muchas de las burocracias que existen en el gobierno y en las empresas, también en el mundo de las almas muertas las hay, por eso existe esta clase de terapia en la cual tu alma es recogida y enfrentada a todos los temores, los sentimiento que mas te hicieron sufrir y gozar, la gente que te quiso, la gente que te odio, las cosas materiales con las cuales mas te arraigaste, tus pensamiento e incluso tus escritos de diario te los representan en sueños. Pero claro sueños, que sino te llenan por completo se distorsionan un poco y te van despertando haciéndote ver que estas metido en ellos y no que los estas viviendo como si fuera una película proyectada a ti como es lo ideal. Por eso creo que yo falle porque empecé a habitar mis sueños y empecé a hablar y preguntar cosas en ellos.
“¿Y cual es el objetivo de todo esto?” –Pregunte al viejo de barbas largas. “Bueno es que al final el alma se recupera, y puedes dirigirte al purgatorio en donde fijaran tu destino, claro esta.”-Me contesto airadamente el viejo. “Aunque hay otra posibilidad”-Interrumpió de repente el hombre de los lunares. “Bueno, es que si no quieres ir al purgatorio te puedes quedar con nosotros aquí”-Dijo excitado. “¿Cómo así?”-Les pregunte a ambos a ver cual me respondía primero. “Es que si te atemoriza mucho el hecho de no saber tu rumbo te puedes quedar aquí, y nosotros ponemos a dormir, en un sueño eterno en donde vives una vida normal programada por nosotros, una vida en la cual te casas, tienes hijos, y mueres de viejo, algo totalmente opuesto a esto, algo totalmente feliz.”-Termino de decir el de los lunares, con tono de felicidad y brincando en su silla. El viejo de barbas me miro inquisitivamente por un largo rato, y me dijo “¿Te gustaron tus sueños? Porque ibas a tener mas hasta que descubrimos el error”. Lo mire y le asentí sin musitar palabra. “Viste que todo lo que aparecía lo habíamos sacado de tus dibujos, de tu diario, de tu memoria en el cerebro”.-Complemento el de los lunares sin perder su anterior exaltación.
“¿Bueno, y ahora que vamos a hacer contigo?”-Me pregunto el hombre de barbas largas. Y eso es lo ultimo que puedo contarles solo de eso me acuerdo, y ya no puedo mas porque hoy estoy peor.
Y ahora solo sueño…
No me gusta la noche, la odio porque se lleva el sol, pero la odio más porque me toca dormir. La noche me trae el sueño y lo que es peor, no me trae pesadillas. Desearía cambiar mi sueño porque siempre es el mismo, sueño que floto y recuerdo a Cobain y a Medina Reyes. Luego paso al suicidio y este pasa a otros sueños en el que un mundo de papel igual al del dibujo en mi corcho, me vuelve irritable. Sueño después con poemas que escribí yo en mi diario y nadie mas ha leído y termino después en una especie de cárcel en donde matan a mi conciencia y un borracho trata de besarme en la boca, siendo que odio y le temo a convertirme en marica. Sueño después con unos viejos sentados en una mesa y yo en un sillón, no los veo muy bien pues se ven borroso, pero luego los veo riéndose de mi cuando me observo tendido en una silla como de odontólogo a la deriva de sus locuras, no se que me hacen porque me levanto. Me dirijo al espejo donde todos los días me veo y me digo porque no he tenido una pesadilla, porque ese sueño me asusta pero no es una pesadilla, porque en ese sueño ni triunfo ni me suicido.
Aunque ya me veo en el espejo de 27 años, próximo a cumplir los 28, la rutina me va perdiendo las ansias de soñar otra cosa porque ya he obtenido la voluntad de olvidar lo que sueño todas las mañanas cuando me levanto.
Tengo una novia, se llama Ivana y aunque no le encuentro ningún defecto, no veo porque la mujer de mis sueños se fijo en mí. Ya tenemos planes juntos, nos vamos a casar primero viviremos en un apartamento chiquito y después cuando vengan los hijos nos mudaremos a Barcelona para que puedan conocer la mejor ciudad del mundo. Otra cosa que también hemos discutido es la vejez, y ya la tenemos arreglado, vamos a ahorrar después que los hijos sean grandes e independientes, entonces nos iremos a vivir solos a una casa frente al mar, a ver atardeceres mientras la vida se nos termina de escapar, después vamos a morir juntos la misma noche, al instante en que nuestras almas dejen la tierra y viajen al cielo agarradas de la mano.
Es imposible planear el futuro pero descubrí que es más fácil planear las cosas antes y suceden, pues así conocí a Ivana. Del resto ya todo lo que antes me preocupaba se me ha empezado a olvidar, no recuerdo ni siquiera porque quería suicidarme cuando adolescente, yo digo que son cosas de la edad, pues no encuentro explicación. O mas bien será la madurez de los 30 que se ha precipitado, no lo se.
Solo recuerdo mi sueño todas las noches cuando lo sueño y ese quimérico momento me lleva a extasiarme entre las tinieblas de mi pensamiento algo profundo, mientras sigo soñando. Seguro que antes pensaba que este sueño era algo que no podía olvidar con facilidad, pero mi aflicción a este era algo inevitable y quede atrapado en el. Desde ese día en que me levante de mi cama y olvide lo que había hecho antes, de haberlo soñado.
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