Hubo una vez una mujer y un hombre que, ya casi decepcionados del amor, se encontraron una noche, cuando sus caminos habían avanzado bastante en la vida.

Caminaron juntos mirándose sólo a través del cristal que los separaba. Las palabras fueron su único lazo, palabras que fueron tejiendo el más hermoso sueño de amor que jamás se contó.

Alguien les dijo que todo sería fugaz. Los fuegos pequeños son apagados fácilmente por el viento frío de la distancia y todo terminaría muy pronto.

Se durmieron muchas veces pensando el uno en el otro y al despertar no sólo la imagen del ser amado estaba aún allí sino que además había cobrado un significado aún más especial. La noche se hizo muchas veces y muchos inviernos dejaron caer sus tormentas de decepción sobre los sueños de la pareja. La cruel distancia muchas veces amenazó con abatirlos para siempre. Pero en aquellos corazones una semilla había logrado hacerse grande y fuerte. Ya nadie podría hacer que se apartaran. Ellos son LOS AMANTES ETERNOS, porque su amor está hecho a toda prueba.

¿Quieres saber cómo se llaman?