Honorio un joven filósofo enamorado de la naturaleza y de la sabiduría, emprendió un viaje hacía la isla de Lemnos para poder observar las bellezas que había escuchado de esa isla, una isla hermosa según sus amigos. Su tierra era la más fértil y allí el Mar Mediterráneo era el espejo perfecto del cielo cristalino, pues era raro ver alguna nube sobrevolar esa pequeña isla. Honorio fascinado por todo lo que había escuchado sobre aquella pequeña isla decidió emprender el viaje cuanto antes, para poder ver con sus propios ojos todas las maravillas que decían de ella.

Honorio llegó al puerto de Skiathos para embarcar en un pequeño barco que iba directamente hacía Lemnos. Durante el largo viaje marítimo Honorio se hizo amigo de un pájaro, un pájaro hermoso y muy extraño, el pecho de éste era de color verde como el de un bosque virgen y la cresta de su cabeza era de un rojo tan hermoso como el labio de Afrodita. Honorio le preguntó al pájaro cómo se llamaba y de dónde venía, a lo que respondió el pájaro

- Me llamo Hermes y mi padre Zeus me ha dado la misión de seguir los pasos de Io.

Honorio asombrado y muy serio le dijo a Hermes.

- ¿Y por qué esa misión de seguir los pasos de Io?

Hermes contestó.

- Mi padre se enamoró de un anochecer frío y tierno, la hija del río Inaco, Io, mi padre ciegamente y siguiendo los sentimientos de su corazón fue a las orillas del río un anochecer y observando la hermosura de sus cabellos dorados y sus ojos punzantes hirieron de amor el corazón del gran Zeus, y durante todo la noche consumieron ése amor en el lugar más hermoso que puedas imaginar, la música de la naturaleza, la luz de la luna y sus cinco sentidos conectados entre si. Hasta aquí la parte bonita del contexto de mi misión, ahora escucharás la otra parte y podrás sacar conclusiones joven filósofo.
Durante una temporada todos los comienzos de la noche Zeus e Io se encontraban en aquel maravilloso lugar, el amor de los dos reflejaba la poesía de su corazón, pero la luna cansada de alumbrarles reflejo su acto carnal y Hera lo vio con sus propios ojos y fue tal su ira y celo que convirtió a Io en una vaca blanca y la entregó a Argos Panoptes, y le mandó que la guardará en las selvas de olivo de Nemea, para que no pudiera ser vista por mi, por eso éste disfraz de pájaro.

Honorio muy intrigado por la historia y una curiosidad peor que la de un niño en edad de aprendizaje le dijo a Hermes.

-Si sabes donde esta Io, ¿por qué no vas a la Selva de olivo de Nemea?

Hermes contestó

-Hera no es tonta y sabe que mi padre hará todo lo posible para encontrarla y devolverla a su estado normal, así pues ella muy astutamente ha inventado un nuevo método de venganza, y no es otro que un tábano que no para de picar a Io y ésta huye por los montes y las selvas vecinas de Nemea y se me hace imposible encontrarla y ahora mismo estoy aquí posado delante tuyo porqué estoy muy cansado y necesito descansar.

Honorio le ofreció agua y unas migas de pan, las cuales aceptó gratamente y Hermes le ofreció una pluma de dos colores muy radiantes en forma de agradecimiento y después Hermes descansó sobre los hombros de Honorio y éste apoyó su cabeza sobre el mástil del barco.