Siempre que mira a su niño moviendo la pasta en forma de mariposa que cubre su boca, la vida la sorprende. Recuerda su extrañamiento ante ese deseo incontrolable de empujar y el milagro de descubrir a un ser vivo, diferenciado de ella, con respiración propia, mirada para reconocer las cosas, sufrimiento ante el frío o el calor y un instinto de supervivencia que le llevó a chuparse la mano para calmar el hambre.
Con una mano mueve el cochecito mientras con la otra echa dos cucharadas de margarina en una sartén puesta al fuego. Dos más de harina y un poquito de leche. Remueve despacio. Su niño llora, se le ha caído el chupete. Le mete la tetilla rematada en alas azules y vuelve al movimiento de ambas manos. La madrugada de un domingo cualquiera, Raquel se levantó de la cama... Inicia un relato que le ronda en la cabeza desde que se levantó. El Para Elisa suena en su pecho. Aparta la sartén y pulsa yes mientras se acerca el móvil a la oreja.
-¿Qué haces?
- Una bechamel para las croquetas de la noche.
-¡Ah!
- ¿Y tú?
- Aquí, aburrido, en la oficina.
- Ya. Oye, perdona pero, si no es nada urgente, te dejo que se me va a echar a perder...
- ¡Hale, venga, qué prisas!
Devuelve la sartén al fuego y sigue echando leche y removiendo con la cuchara ... se vistió intentando no hacer ruido y con el bolso en una mano y los zapatos en la otra, fue al armario del pasillo y lo abrió con mucho cuidado para sacar la bolsa de viaje que había preparado aquella misma mañana... Esta vez la música sobresalta a su niño que escupe el chupete y vuelve al llanto. Se lo mete en la boca y , mientras atiende la llamada, mueve el cochecito.
- Que mira, que estaba pensando que podíamos ir a picar algo al bar de abajo. Así no tienes que hacer nada.
- Bueno, ya veremos. Tengo la pasta casi terminada...
- Como quieras. Yo era para que descansaras.
- Cuando vengas hablamos que ahora estoy ocupada.
-¡Vaaaale!
- A la nana, nanita, nanita ea, mi niño tiene sueño, bendito sea-, canta. Incorpora jamón picadito en la bechamel, lo envuelve, vierte la pasta en un plato hondo y lo deja enfriar. El niño duerme. Se acerca y aspira el olor a bebé, luego empuja el cochecito fuera, lo lleva al salón, abre el cajón del aparador y coge el mantel. Sacó la cadenita, giró el picaporte y abrió la puerta. Estuvo varios minutos mirando el rectángulo de luz del ascensor, sin decidirse a dar los pasos que atravesaban el umbral de su rutina... Pone los cubiertos, los vasos, las servilletas. Trae la panera. Todo está preparado. Va al baño, sube la tapa, se baja las bragas hasta las rodillas, pone los codos sobre los muslos, sujetando el mentón con las dos manos y siente el placer salir a chorros. El móvil cuelga del cuello. Vuelve Para Elisa.
- ¿Qué haces?
- Meando, joder, meando.
Se levanta, coge un trocito de papel higiénico, se limpia, echa el móvil al water y luego tira de la cadena. |