Capitulo 3
Una vez en el palacio, la princesa narró lo sucedido ha su padre, quien se enfureció al saber que su hija se había alejado tanto sin llevar escolta, por lo que le prohibió volver a salir sola. En cuanto a lo del supuesto nuevo Rey, Nesorth empezó las investigaciones, reunió a sus consejeros, a los nobles y a los generales, entre ellos desde luego el joven Frey, para discutir esta nueva amenaza. Al parecer un nuevo jefe tribal había sido nombrado por las hordas de salvajes, ese hombre se proclamó rey de la frontera sureste del Reino y sus ejércitos se estaban organizando para realizar un ataque a gran escala apoyado por otras tribus. La solución tomada por el consejo real fue atacar antes de que ese salvaje conocido como lobo sanguinario reuniera un ejército demasiado poderoso, y la misión estaría en manos del general Frey. Todos estaban seguros de la victoria, así que aprovechando la ocasión el rey hizo un importante anuncio. Ante los miembros más influyentes del reino, Nesorth proclamó que después de erradicar a este nuevo enemigo se celebraría la boda entre la princesa Anghye y el general Frey. La noticia fue motivo de alegría para todos y aunque el joven general se mostró tranquilo y agradecido, la verdad es que dentro del cuerpo del guerrero habitaba un espíritu ambicioso que veía en esa boda el primer gran paso para alcanzar su oculto propósito.
Los días pasaron y el ejército de Frey marchó hacia la frontera, mientras que en el castillo la princesa miraba desde su ventana como partía su prometido, sabiendo que al regresar se convertiría en su esposo. Por la mente de la niña pasaban un sin fin de pensamientos pero el mas importante era su inconformidad por esa boda, sin embargo, ella no podía negarse a los deseos de su padre, el era el único hombre al que ella siempre había amado y respetado, pero para su espíritu indómito era difícil aceptar el hecho de que un hombre se convertiría en su amo y señor. Estaba tan distraída que no se percato de la presencia de Nardo quien se le acercó por detrás y la abrazó. La repugnancia de Anghye fue instantánea, y de inmediato lo aparto de ella.
Que pasa querida prima –dijo Nardo –acaso ya no puedo ni siquiera abrazarte.
La princesa permaneció en silencio; pensando, analizando. Hasta que decidió hablar.
Querido primo –dijo Anghye con tanta dulzura que fue imposible para Nardo descubrir el asco que la niña sentía al pronunciar esas palabras –hace mucho calor y quisiera refrescarme en el río pero mi padre a prohibido que salga sin escolta.
No debes preocuparte por eso, querida prima, con mucho gusto yo te acompañare; saldremos del palacio con mis guardias pero a la mitad del camino los despacharé y entonces iremos al río y podrás bañarte sin que nadie te moleste.
La niña accedió y tal como Nardo lo había dicho el rey les permitió salir, los guardias fueron despedidos a mitad del camino y finalmente los dos primos llegaron al río.
Podemos atar los caballos a este árbol –dijo Anghye.
Nardo ató su caballo junto a la yegua de la princesa, y al dar la vuelta vio la niña sentada en la orilla del río, él se acercó y se sentó junto a ella. Por unos momentos le susurro palabras al oído, mientras la niña reía en forma tan graciosa y con tanta dulzura que parecía un ángel. Sin embargo, Nardo se aburrió de eso y empezó a tocarla, primero las manos pero después todo el cuerpo, Anghye se puso de pie y se alejo de el con lagrimas en los ojos y casi temblando.
Pero que te pasa –dijo Nardo –pensé que querías divertirte en río, y ahora estas llorando, acaso estas loca.
Anghye no respondió, solo se dirigió al árbol mientras continuaba llorando; las lágrimas brotaban de sus hermosos ojos negros, y se deslizaban por sus rosadas mejillas, era un espectáculo capaz de conmover el corazón mas duro.
Nardo le dio alcance, sujeto la delicada mano de la princesa y la hizo dar vuelta, pero al tiempo que eso pasaba, un viento sopló agitando el cabello de la niña, por un breve instante Anghye sonrió y fue lo último que su primo pudo ver; una flecha le atravesó la garganta matándolo en el acto.
Estas bien princesa –preguntó el muchacho que bajó del árbol y se dirigió hacia ella.
Claro que estoy bien, de hecho estoy feliz por que acabo de deshacerme de una molestia –dijo Anghye al tiempo que observaba el cuerpo inerte de su primo.
No había la menor muestra de llanto en el rostro de la princesa, solo una sonrisa que a pesar de la hermosura de sus labios causaron temor al joven que por segunda vez había asesinado a un hombre protegiéndola.
La última vez que nos vimos no pude recompensarte por salvarme, no creas que soy malagradecida simplemente tenia que advertir a mi padre sobre algo… y ahora son dos los premios que te mereces –dijo la princesa mientras se acercaba al muchacho –el primero, déjame pensar… ¡ah, ya sé! Dejaré que me digas tu nombre.
El joven estaba abrumado, se sentía mal por asesinar a un hombre a pesar de haberlo hecho por defender a la princesa, pero a ella parecía que la muerte de los demás no le afectaba en lo mas mínimo.
Mi nombre es kraos (señor de la oscuridad en su idioma nativo) –dijo con timidez el joven.
En serio –dijo Anghie sin poder contener la risa –entonces yo soy la princesa de las tinieblas.
No te burles, esa es la forma en que me han llamado desde que tengo memoria, además me preocupa lo que debemos hacer con el cuerpo de este hombre, no es un salvaje como el otro, parece un noble.
Mi querido Kraos –dijo con ironía la princesa –te preocupas tan pronto, pero aún no sabes quien ese hombre.
A que te refieres –preguntó con temor el joven Kraos.
Me refiero a que acabas de asesinar a mi primo Nardo, el sobrino del Rey.
Un frío mortal recorrió el cuerpo de Kraos, quien es esta niña, esta mujer que no sentía piedad y que al parecer se regocijaba con las penas de los demás. La vida del muchacho estaba por cambiar y todo debido a que conoció a una joven princesa de las tinieblas.
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