Se han congregado secretamente, hace un par de días, la sociedad de amigas del obelisco. El famoso emblema, construído para conmemorar la fundación de nuestra República, atrae a estas jóvenes mujeres que desean conseguir su compañero de ruta cuanto antes, porque sus ciclos íntimos poseen una cronograma de actividades muy egoísta.Su ritual consiste en rodear esa mole de concreto en forma circular, tomándose de las manos, y elevar fervorosamente alguna plegaria salvadora. Este aquelarre sombrío y un poco alterado, sugiere que nada puede hacerse cuando el fanatismo se arraiga en el corazón de estos seres. Es probable que el psicoanálisis tenga varias respuestas a este desvarío nocturno, realizado subrepticiamente todos los años, por una única vez; pero no viene al caso preguntarse si esa pirámide blancuzca e impasible, representa alguna otra cosa que lo que ellas se imaginan. Ven al hombre, ven la fertilidad, y punto. Se reúnen, se quitan los zapatos, se manchan con tierra las rodillas( intuyo aqui una extraña "liason" con el rito de la pachamama, que se realiza en el norte de nuestro país), e invocan vaya uno a saber que semidiós desocupado.
Yo me enteré hace poco de este suceso tan extraño, y me escondí la noche pasada detrás de un cantero para observar el espectáculo. Esperé que el trance las anegara en ese estado hipnótico al que llegan, y salí corriendo velozmente hacia el centro del círculo, gritando:-¡Aquí estoy, aquí estoy! al tiempo que agitaba mis manos y desorbitaba mis ojos. Una lástima fue que todas huyeran despavoridas, entre gritos y pedidos de auxilio, porque hubiese sido interesante el debate acerca de la eficacia de la ceremonia. No pudo ser. Pero lo que más lamento, es todo ese derroche de energía que pusieron en el acto, y que se perdió porque ninguna de ellas quiso detener su huída alborozada para mirarme e invitarme un café.