Guantes de seda
No es cuestión de preocuparse.
Estas cosas pasan.
Pasan dejando manchas chiquitas sobre la piel, como pecas... ¡menos que pecas!. Pequeños agujeros negros que se van tragando tus moléculas de a poco. Pero su efecto es lento.
¡Bueno, casi imperceptible, pues!.
Suceden, y van dejando huellas minúsculas. Tenues caminitos de hormigas milimétricas, que se profundizan con los años, alrededor de los ojos, en la frente, en las manos.
Pero no, no teman, no matan de contado. Demoran meses, años, incluso décadas, tal vez más.
Síntomas?, pocos, pero igual, disimulados.
Quizá al principio, y de repente, un dolor agudo en parte indeterminada del alma. A ratos, súbitos ahogos, inexplicables, pero de eso se han visto pocos casos. Quizá algún tipo de pérdida de coherencia, pero también es raro.
Sin embargo, hay uno, el peor de todos, el definitorio.
Ocurre solo después de tiempo de llevarlas dentro, no al comienzo, al final más bien.
Si lo ha sentido, si lo siente, no hay vueltas que dar. Está acabado.
La pérdida de la capacidad del llanto, la sequedad de los ojos, la aridez, es el fin.
Pero tranquilo, no se angustie, la muerte es lenta y el dolor casi inexistente.
Las penas de amor matan, sí, pero con guantes de seda.
|