Nota preliminar: este es un texto vaciado, escrito en un arrebato de fútil melancolía burda y absurda, amable lector/a sepa disculpar todas aquellas ideas arbitrarias aquí expuestas, como un hueso roto que sobre-sale entre la carne desgarrada.
¿Por qué no lo edito?, buena pregunta.
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En la pantalla del televisor un taxi con la puerta abierta espera a que la pasajera suba, pero la pasajera no sube porque está esperando a que el galán de la película salga al balcón y le grite algo así como: "nena, nena, no te vayas de mi lado que sin ti no valgo ni un centavo", sin embargo eso no sucede, o tal vez sí, no sabría decir, porque cuando cambio el canal desparecen el taxi y la mujer, desaparece la historia y el amarillo chillón del capó, es cuando un periodista habla las visicitudes de un barrio perdido en alguna ciudad de alguna provincia, no sé porque pero siempre me pareció que los periodistas lo tratan a uno de tarado, hasta los más respetables, no sé porque, les tengo idea como quien dice.
Mover mi ojos sobre las letras de un libro me parece un ejercicio excepcional, absorviendo el jugo de la trama y sentir que de alguna manera la lluvia es más fría o los asfaltos virtuales con casas bajas y moradas existen, aunque al terminarlo me deje en las palmas de las manos este olor a depósito e inventario, una especie de slogan (satisfacción garantizada)...
Se me da por pensar que debajo de los años de un hombre, se entierra cada vez más la espina de la soledad y como si los cuidados de su mujer no le bastasen para dejar de lado el vaho mortecino de las angustias y alucinaciones de su propia mortalidad, y se refugia en muchachas lozanas, se refugia en sabiduría porlvorienta y añora y suspira..., con la etiqueta en la solapa derecha: consumir preferentemete antes del...
Si el teléfono sonara, sería el llame ya de la vida, con su rápido antes que se acabe y si Ud. es uno de los afortunados treinta millones ocho noventa y ocho cinco cincuenta y ocho le damos el documento nacional de identidad gratis. La letra pequeña diría: franqueo a pagar por el destinatario
Alguien me comentó: publicar es la prostitución del alma, pero el alma puede prostituirse de mil maneras, bajo la marquesina de: dos al precio de uno.
Y un chicle se me pega en la zuela del zapato.
Pienso: sin obligación de compra
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