PERTURBADO
Hace setenta y dos horas que Filiberto no puede dormir. A pesar de las pastillas que consume diariamente para sus malditos insomnios, en estos tres días se ha desequilibrado. Ingresó a un taller literario, desde la computadora, donde se escriben cuentos se hacen críticas y comentarios. Después de meditarlo envió su relato. El problema de Filiberto es que nadie sabía que el pobre estuvo diez años para elaborar su trabajo literario, tampoco que era un dramático hecho que sufrió siendo joven con motivo de una desilusión amorosa. Al despacharlo sintió una angustia nueva, la repercusión de su escrito, esperaba ansioso las sentidas palabras de admiración que iba a tener por esta confesión de dolor que expresaba con este dichoso cuento. Sus amigos con toda paciencia debían escuchar su pieza. Se posesionaba al leerlo y como acto de piedad, los conocidos aplaudían fervorosamente su actuación, con lo cual se sentía comprendido, así calmaba su obsesión y continuaba su existencia con normalidad.
Ayer a Filiberto, lo atendió el médico, su estado era delicado, el sobrino Patricio, único pariente que asiste a este tío solterón, muy querido por su generosidad, preguntó al galeno cual era el motivo de esta depresión fulminante y éste le contestó:
–– Sabe, me ha dado esta hoja impresa y muy afligido me ha dicho,
¡este desalmado me las va a pagar!
Patricio, al leer esta nota insultante referida a su trillado cuento, sabía muy bien como recuperar a su querido tío. Primero, le cerró el servicio de la computadora y después le comentó que el domingo en el club social del pueblo donde se hacía un festival artístico estaba invitado a recitar su bello relato, hecho que se había olvidado de decirle oportunamente.
Esa noche Filiberto durmió muy bien, más de ocho horas, cuando en general dormita no más de seis, teniendo en cuenta sus ochenta y cinco años todos cumpliditos.
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